De niña, Yren quería ser María en el pesebre viviente del barrio, pero a los ojos de éste, ella era solamente Nery. O Alcides. Despuès de repasar la soledad de la tristeza y la espiral de la rabía, hoy Yren lucha junto a sus compañeras para que la sociedad reconozca su derecho a existir. Es el sueño que comparte con ellas, las que estuvieron, las que están y las que vendrán.