Como otras miles de personas en Asunción, Jessica Arias hoy solo puede ver su casa en el Bañado Sur desde una canoa. Pero entre la tristeza de tener que abandonar una vida y el rechazo de parte de una ciudad de la que son parte –invisible, muchas veces– nace una convicción: que todo lo que emprendieron ella y tantas familias volverá a resurgir desde abajo, una vez más.