Un extrabajador de Ochsi denuncia las condiciones laborales inhumanas en la fábrica de embutidos, donde una fuga de amoníaco dejó dos fallecidos y al menos 30 heridos.
Nicolás Mendoza llegó a Ochsi en 2015 por recomendación de un familiar. Cuenta que el día de la entrevista laboral, lo recibieron y le pidieron que espere en una pieza pequeña. Pasaron tres, cuatro, cinco horas. Nadie aparecía.
En un momento, reparó en una ventana polarizada. Tiempo después, sus compañeros le confirmaron que desde esa ventana los jefes observan si el postulante “es capaz de aguantar”. Si se levanta para ir al baño o tomar agua, si sale a fumar o si usa su celular.
Nicolás empezó a trabajar en la fábrica central de embutidos de San Lorenzo. En su primer día estaban instalando inodoros en el baño porque antes usaban letrinas.
Las sacaron porque los dueños creían que los funcionarios iban al baño a dormir.
«Los jefes son demasiado inhumanos. Si te vas al baño, anotan que salí a las 16:50 y volví a las 16:55. Te restan puntos para un pago que se llama premio. Tenés que estar todo el día trabajando sin parar para que ellos te puedan pagar»
Nicolás estaba a cargo de bajar los cerdos del riel, y como era hábil con el cuchillo, le tocaba faenar. Llegó a faenar 400 cerdos por día.
Esas eran unas 40 toneladas. Cada jornada.
Su columna y sus manos eran las que más resentían el trabajo de Nicolás. Un día, por el exceso de grasa, se le resbaló un cuchillo de las manos y aterrizó, de punta, sobre uno de sus pies.
Nicolás cobraba por las horas de trabajo. Trabajaba de 5:30 a 18:30 de lunes a viernes. Ganaba, en promedio, 800 mil por semana. En temporada alta, también iba los fines de semana. Y aunque los sábados debían pagarle, a veces, no lo hacían.
«Lo único que uno quiere al llegar a la fábrica es que termine el día de trabajo».