Paraguay importa la mayoría de las frutas, hortalizas y verduras que come, mientras miles de familias productoras no tienen mercados para vender lo que producen. Pero podría ser diferente.
¿Alguna vez te preguntaste de dónde vino tu comida?
Es probable que haya venido de afuera, de Brasil o Argentina. Porque Paraguay importa casi todas sus verduras, frutas y hortalizas.
Además, seguro que pasó por muchas manos, por la cantidad de intermediarios se inflan los precios entre el que produce y el que come.
Además, es difícil saber cuántos agroquímicos tiene encima. Aún en las importaciones legales se encontraron pesticidas por encima de lo permitido.
Pero podría no ser así.
Podría ser comida que vino de una huerta cerca. Como la huerta asociativa Yacaré del Asentamiento Santa Rosa, de Altos.
Podría ser una lechuga, un tomate, una cebolla, una mandioca plantada por una de las quince familias parte de la huerta.
Podrían haberse plantado con bancos de semillas locales, y con pesticidas basados en plantas medicinales, creados por los propios productores con asistencia técnica.
Así no dependen de semillas con copyright, que no se pueden compartir y exigen la compra de paquetes de agroquímicos, como el glifosato, para que funcionen.
Sin intermediarios que compran barato y te venden muy caro.
Podrían comprarse de quienes las producen, en ferias agroecológicas dispuestas en tu ciudad. Podrías conocer las manos que hicieron lo que comés. Saber de dónde vienen, cuáles son sus necesidades.
Podrías darle trabajo a más familias como las del Asentamiento Santa Rosa. Porque en la cantidad de tierra donde el monocultivo de soja da un empleo, la agricultura familiar da cuarenta.
Podrías ayudar a conseguir los tanques de agua que necesitan para combatir la sequía y los incendios forestales; y la electricidad para que esos tanques funcionen. Podrías ayudarles a mejorar los caminos que llegan a tu mesa.
Si te preguntas de dónde viene tu plato de comida, hay mucho que aprender.