Futuros

#COP27: La última Coca-Cola del desierto

Cierra la primera semana de la COP con la polémica de Coca-Cola como sponsor, un decálogo de Petro que no pasó desapercibido y negociaciones atascadas.

Reportaje Maximiliano Manzoni ·

Hola, les saludo desde Sharm El-Sheikh, Egipto: a 11.460 kilómetros, tres escalas de avión y cinco horas de diferencia con Paraguay. Estoy en la Conferencia del Cambio Climático de la ONU, más conocida como COP27. Va casi una semana desde el inicio de esta masiva conferencia – más de 38.000 asistentes entre autoridades de más de 190 países, activistas y periodistas – y las larguísimas distancias entre el centro de medios y la sala de negociaciones me curaron del jet lag, así que ya duermo a horas razonables luego de tener casi 12 horas de trabajo todos los días.

Pese a que el aire acondicionado en la sala de prensa intente ocultarlo, la realidad es que estamos en el medio del desierto. De hecho, el constante salir-entrar-salir entre salas a 20 grados y el sol inmisericorde ya tuvo como primera víctima a mi garganta. Peor suerte tuvieron otros. Una colega se desmayó mientras reportaba para televisión en vivo.

En el desierto escasea el agua y en la Conferencia también. Si siguen a periodistas cubriendo la COP o me leen en Twitter podrán enterarse que la situación llegó a ser muy precaria. En varios días fue difícil conseguir un bebedero funcional luego del medio día. La comida en el lugar, también, ha sido excesivamente cara. Mientras que en la ciudad tuve riquísimas cenas (incluido un shawarma original 100% Medio Oriente) y con té y postre incluido a menos de 7 dólares, dentro del predio un sándwich costaba 10 dólares. El buffet, 20 dólares. Una Coca-Cola personal, 5 dólares. En la Conferencia de Cambio Climático no fueron pocos los que se tomaron un bus 30 minutos para llegar a un McDonald’s, el puesto de comida más cercano. Otros, como yo, sobrevivimos con frutas y galletitas que traemos del supermercado y recorremos los pabellones donde sabemos que dan café gratis. La información de dónde conseguir café gratis fue más importante que cualquier dato sobre el estado de las negociaciones esta semana.

La situación de Coca-Cola en la COP27 no se termina de definir. El anuncio de que sería auspiciante de la conferencia se convirtió en la representación más ilustrativa del greenwashing. Coca Cola es, según varios reportes, considerada la mayor empresa contaminante de plásticos del mundo. Al menos esperábamos que eso significara no morirnos de sed. Tras una intensa campaña de activistas, se rumorea que Coca-Cola dejó de ser sponsor. El logo fue eliminado de las heladeras, y ahora las bebidas son gratis en cualquiera de los puestos de comida dentro de la convención. En los grupos latinoamericanos también festejamos el mayor logro colectivo de lo que va de la COP27: bajaron el precio del sándwich a 5 dólares.

Aparte de esta victoria popular, las negociaciones están lentas. Ya en el primer día, el anuncio de la agenda se atrasó. La razón: la contienda sobre la inclusión del tratamiento de cómo países industrializados pagarán por daños y pérdidas que ya causa el cambio climático en países del Sur Global . Gran parte de la semana la atención estuvo en los presidentes y primeros ministros que vinieron, anunciaron algunas iniciativas paralelas a lo que sus delegaciones realmente tienen que decidir y se fueron.

La desorganización para conseguir fácilmente algo tan esencial como agua y comida se refleja, de cierta manera, en las relaciones internacionales que se despliegan en la COP. Grupos de negociadores por región con puntos contrapuestos, discusiones bilaterales de las potencias, diferentes ministerios de un mismo gobierno tirando para lugares contrarios dependiendo del tema. Llegar a un acuerdo por consenso nunca fue fácil, cierto. Y de acuerdo con varios negociadores, este año es igual de contencioso que lo que fue en Glasgow. Uno pensaría que la sobrevivencia planetaria es motivo suficiente para hacer todo lo posible por ponernos de acuerdo en lo mínimo. Pero, la realidad se pone bastante compleja, tediosa y frustrante. Como encontrar alimentos en esta conferencia.

Desde la sala de prensa de la COP27 puedo ver a lo lejos el inicio de la cadena de montañas que forman más al norte el Monte Sinaí. La Biblia dice que fue allí donde Moisés recibió los 10 mandamientos de parte de Dios, bajando del monte para compartirlo al pueblo de Israel. El presidente Gustavo Petro también bajó, pero de su avión proveniente de Colombia, y trajo su propio decálogo a la COP27. Uno de los puntos más interesantes es la propuesta de canje de deuda externa por acción climática. Los países latinoamericanos, que no vienen unidos a la COP, parecen haber encontrado un puente entre sus posiciones dispares en ese punto. Paraguay también apoya la idea, de acuerdo a lo que dijo el director nacional de cambio climático del MADES, Ulises Lovera, en esta entrevista que le hice.

El Fondo Monetario Internacional también está abierto, o al menos eso es lo que dijo Kristina Kostial, representante del FMI en un evento sobre financiamiento aquí. Al parecer a quienes no les gusta nada la idea son a los bancos multilaterales, como el BID y el Banco Mundial. Kostial sin embargo no fue clara si esta apertura del FMI incluye a nuestra región. Cuando le consultamos al respecto, dijo que no tomaba preguntas sobre Latinoamérica. «No soy la persona indicada».

Hoy sábado es el día límite para ver los primeros borradores de los puntos de la agenda de la COP. Tras poca actualización, parece que las cosas se están empezando a mover. Lo preocupante es la lentitud de las negociaciones, sobre todo en cómo nos preparamos (de dónde sacamos la plata) para adaptarnos a los efectos de la crisis climática.

Estamos atravesando el desierto. No sé si habrá Coca-Cola.

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