El país de la energía barata es un destino codiciado para los grandes centros de datos, pero los beneficios para los paraguayos resultan inciertos. ¿Son las criptomineras un anticipo del desembarco de la inteligencia artificial?
Publicado: 08·10·2025
Al Doctor Francia no le gustaba el viento norte por la misma creencia popular que le atribuimos hasta hoy: trae enfermedades, un calor insoportable y una epidemia de mal humor. Pero al cronista radial Alfredo Moreno, líder comunitario del barrio Virgen de Fátima, no le molesta. Al contrario, le viene bien para que los olores nauseabundos de los frigoríficos cerca de su casa desaparezcan, aunque sea por un rato.
«Todas las mañanas elevo oraciones para que el viento sea del norte. Más allá de que es incómodo, pues parece que sale de una estufa, el viento norte se lleva todo el olor».
El hedor que envuelve los barrios Virgen de Fátima y Tabla da Nueva está presente todos los días. Llega por oleadas con el viento y a uno le toma desprevenido. Es como una mezcla de cloaca, carne que se pudre y algo que no termina de calcinarse.
A lo largo de ambos barrios, varias casas tienen el cartel de “se vende”. Sobre la calle Lombardo, donde está el frigorífico brasileño Minerva Foods, al menos cinco están a la venta. Moreno atribuye esto a los malos olores y a la contaminación de los arroyos que desembocan en el río Paraguay.
El arroyo Mburicaó, que cruza la ciudad de Asunción, sirve de frontera natural entre los dos barrios, que están ubicados a la derecha de la avenida Artigas y de forma perpendicular a la avenida Venezuela. Ya en 1923, hace más de cien años, un plano catastral de la capital ubicaba la palabra «MATADERO» en Tablada Nueva.
La carne forma parte de la historia de familias que se asentaron en torno al rubro; la segunda exportación paraguaya después de la soja. Este modelo económico, a su vez, es responsable del 81 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del país (agricultura, ganadería y “cambio de uso de suelo” para estas actividades) y de la deforestación de 4,7 millones de hectáreas de bosques nativos en el Chaco paraguayo entre 2005 y 2022, de acuerdo con datos del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y el Instituto Forestal Nacional.
El mismo modelo resulta hoy insostenible para los propios barrios que se crearon alrededor del negocio. Es por eso que una ordenanza establece que estos frigoríficos, mataderos y locales afines deben abandonar la ciudad para el 2027. Sin embargo, no están cumpliendo los plazos. En esta investigación encontramos que ninguna de las empresas presentó su plan de mudanza, algo que debían hacer hasta enero.
Identificamos al menos 34 establecimientos cárnicos en Tablada Nueva y Virgen de Fátima; nueve de ellos colindan con los arroyos Mburicaó e Ybaray, y otros ocho están a menos de cien metros, lo que viola la Ley de Recursos Hídricos. Documentos inéditos del Mades también confirman la presencia de heces, orín y sangre en grandes cantidades en el Mburicaó.
Además de esto, dos de las empresas, Minerva Foods y Vernon, han enfrentado dieciséis juicios laborales por falta de pagos de salarios y reintegros entre 2020 y 2025.
Durante el gobierno del Doctor Francia se implementaron las Estancias de la Patria, que proveían carne y otros alimentos a la población, así como a las tropas del entonces reciente país independiente. Hoy, el negocio de la carne está en manos de privados que se oponen a la dinámica de las ciudades en crecimiento.
Los pobladores de Tablada Nueva y Virgen de Fátima han denunciado la contaminación ambiental durante décadas. Una de sus victorias se dio en diciembre de 2024, cuando la Municipalidad de Asunción promulgó la Ordenanza N.° 161/2024 que regula la Franja Costera Norte. La normativa prohíbe la instalación de nuevos frigoríficos e industrias asociadas —como graserías y procesadoras de huesos, vísceras, cornamentas y pezuñas—, la ampliación de las instalaciones de las empresas operativas, y determina que estas salgan de ambos barrios en tres años a partir de su vigencia, plazo que se cumple en 2027.
Las empresas debían presentar su calendario de traslado un mes después de la promulgación de la ordenanza, el 17 de enero de 2025. Sin embargo, al 22 de agosto ninguna había presentado este plan de mudanza, confirmó la Dirección de Gestión Ambiental de la municipalidad a El Surti. Esto puede derivar en otro retraso, teniendo en cuenta que la normativa también establece que los frigoríficos y mataderos dejen de faenar para diciembre de este año. La multa por incumplir los plazos es de 5000 jornales, equivalente a 557 millones de guaraníes.
La sanción, que tampoco se aplicó a ninguna de las firmas hasta ahora, es un número menor comparado con las cifras de esta industria. Según el Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), de enero a junio de 2025, se exportaron 185 143 toneladas de carne bovina por 1 056 135 496 dólares. Sumadas las menudencias, cuero y otros subproductos, totalizan 1 305 312 585 dólares en apenas seis meses.
Alfredo Moreno, presidente de la comisión vecinal Virgen de Fátima 2, dice que la expansión de la ciudad ubica a las industrias en un contexto diferente.
«Cualquiera que visite esta zona va a coincidir con nosotros en que el mal olor afecta a la comunidad. Estamos saliendo del invierno, pero con la primavera, la cantidad de moscas que vamos a tener acá va a ser infernal. Insistimos, no estamos en contra de las fuentes de trabajo, solo queremos que se respete al medioambiente, que es nuestra mayor preocupación».
El concejal Javier Pintos (ANR), presidente del Consejo del Plan Regulador de la Franja Costera, coincide con Moreno sobre los cambios de la ciudad. Recuerda que cerca de ambos barrios están el puente Héroes del Chaco, que conecta las dos regiones del país y es vía de acceso a Argentina, y la avenida Costanera Norte, que forma parte de la vía de circunvalación.
«Estas son infraestructuras públicas que le dan otra fachada, otra fisonomía y otra posibilidad de desarrollo a la zona. En función de eso, consideramos que es inviable que estas empresas frigoríficas e industrias asociadas sigan realizando sus actividades. No hace falta ser un experto para darse cuenta del impacto por los desechos que vierten en los cauces hídricos, por el olor que se siente en el ambiente».
En 2021, el Senacsa emitió la Resolución 255 que prohíbe que los mataderos se instalen a menos de mil metros de zonas residenciales. Esto significa que las mataderías y frigoríficos de Tablada y Virgen de Fátima no pueden mudarse a otro barrio poblado en otra ciudad; al contrario, deben buscar un lugar donde no molesten a los vecinos o, en todo caso, construir un parque industrial: un espacio destinado solo a este tipo de negocios.
Los establecimientos cárnicos deben estar habilitados por diferentes instituciones, como la Municipalidad de Asunción, el Ministerio de Industria y Comercio, el Mades y el Senacsa (que supervisa el funcionamiento de estos locales). Sin embargo, al cruzar la información que estas entidades nos entregaron, ninguna de las empresas que operan en Tablada y Virgen de Fátima aparece en más de una base de datos, indicio de la falta de un correcto registro.
Así también, accedimos vía información pública a una serie de análisis de la calidad del agua del arroyo Mburicaó, realizados por el Mades en marzo de 2024 y febrero de 2025, que demuestran los altos índices de contaminación por el vertido de efluentes no tratados. Los resultados muestran niveles muy altos de bacterias fecales (coliformes totales y E. coli), nitrógeno amoniacal y hierro, que confirman el derramamiento de orín y heces humanas o de animales —como las contenidas en las entrañas de vacunos— y sugieren que los desechos de estos establecimientos (sangre, vísceras o aguas residuales sin tratar) son arrojados al arroyo que desemboca en el río Paraguay.
«Cualquiera que visite esta zona va a coincidir en que el mal olor afecta a la comunidad. No estamos en contra de las fuentes de trabajo, solo queremos que se respete el medioambiente».
Las actas de fiscalización del Mades, también obtenidas mediante información pública, aportan otras evidencias de la contaminación del Mburicaó y el Ybyray. Entre 2024 y lo que va de este año, los fiscalizadores constataron irregularidades en cinco locales, como olores nauseabundos, descarga de efluentes de limpieza en arroyos, falta de planta de tratamiento, menudencias (materia prima) sin refrigeración y restos de cráneos y esqueletos vacunos en el suelo.
A todo esto, se suma el colapso continuo del alcantarillado público en la zona debido a la acumulación de grasa animal que se desecha sin tratamiento. De acuerdo con imágenes a las que accedió El Surti, la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay S. A. (Essap) llegó a retirar este año entre cincuenta y sesenta centímetros de sebo de las bocas del desagüe cloacal sobre la calle Teniente Bernal, en el barrio Virgen de Fátima.
El colapso ambiental también es directamente proporcional a la expansión de esta industria. De hecho, hay dos vacas por cada persona en Paraguay. El censo de 2022 reveló que el país tiene 6,1 millones de habitantes, mientras que ese año el censo agropecuario contabilizó 13,2 millones de cabezas de ganado vacuno. La misma fuente señala que el 46 % de la superficie (18 588 961 hectáreas) se utiliza para la pastura de los animales, un territorio más grande que el tamaño de Uruguay.
Para Miguel Lo Bianco, investigador sobre el agronegocio en Base IS, los frigoríficos e industrias afines se asentaron en Tablada y Virgen de Fátima para reducir costos de producción, por la cercanía de los puertos y las cadenas de distribución. «El hecho de que los frigoríficos estén en zonas urbanas tiene que ver con que creen que Paraguay es una estancia».
A la par de la lucha por la ordenanza, en octubre de 2023, las comisiones vecinales San Francisco, Lagraña y Virgen de Fátima 2, denunciaron ante la Fiscalía del Medio Ambiente a unos veinte establecimientos cárnicos por la emisión de malos olores y la contaminación de los arroyos Mburicaó e Ybyray. A casi dos años, el Ministerio Público no ha imputado a ninguna empresa ni ha realizado allanamientos para identificar las operaciones irregulares de los negocios. La mayoría de las causas descansan en el despacho de la fiscala Lorena Ledesma, quien se negó a hablar con El Surti en reiteradas ocasiones.
En febrero de 2025, la fiscala Elvia Chávez se sumó a la Fiscalía del Medio Ambiente y tomó tres de las denuncias que involucran a procesadoras de menudencias. Según Chávez, la ausencia de los “malos olores” como hecho punible es una limitante para la investigación, que ahora se centra en la contaminación de los arroyos.
A pesar de que el artículo 198 del Código Penal sobre contaminación del aire no lo menciona, la Ordenanza 119/07 de Asunción prohíbe a las industrias la emisión de olores «que puedan causar molestias», si bien no establece parámetros para medir eso.
Según la abogada María José Orué, docente de Derecho Ambiental, esto es un problema para que la Fiscalía recabe pruebas. Considera que se debe tipificar la emisión de olores desagradables y definir mecanismos de medición, como ocurre con los parámetros de decibeles en la contaminación acústica. En Europa, por ejemplo, la Normativa UNE-EN 13725:2022 fija procedimientos de olfatometría, técnica que permite medir el hedor en el aire, para determinar el nivel de contaminación por olores de distintas industrias.
Para Moreno, que viene luchando con la comisión vecinal hace varios años para que los frigoríficos salgan del barrio, la solución es sencilla.
«Que se cumpla la ordenanza».
Francisco Ortiz tenía veinte años cuando terminó el servicio militar en 1970. Un compañero le sugirió entonces que se quedara a trabajar en el Faenamiento del Ejército porque «ahí se come bien». En esa época, de la dictadura stronista, la unidad militar faenaba quinientas cabezas por día para abastecer principalmente al Ejército, la Marina y la Policía.
Así fue que don Francisco, como le dicen en el barrio, se quedó a vivir en Tablada y formó una familia con Lidia Raquel Ortiz, ña Rubita. Hoy, a sus 75 años, recuerda que los militares le pagaban en especie: su salario era de dos kilos y medio de carne por día. Esa fue su única retribución durante los dieciocho años que trabajó para ellos.
Don Francisco salía a vender esa carne para juntar algo de dinero. En 1988, descubrió que no tenía aporte jubilatorio y que trabajó casi dos décadas en la informalidad. «Era como un esclavo. Lamentablemente, yo no sabía qué era el aporte. Un coronel de apellido Ramírez me había dicho: “Peẽ ni aka’ẽ para apytépe ndapefigurái —ustedes no figuran ni entre las aka’ẽ para (un tipo de urraca)—, de manera que pendecriterio pe opyta si quieren continuar o salir, ndaipóri problema porque nada de indemnización”. En época de Stroessner, los militares tuicha omanda».
En los años 70, el Faenamiento del Ejército comenzó a distribuir las menudencias a los pobladores de “La Tablada”. En el acceso trasero del predio, las familias limpiaban las churas y luego las vendían a las chureras, que recorrían los barrios de Asunción a pie con sus latonas en las cabezas o en sus burritos. Vendían mondongo, librillo, boje, cuajo y pata. Esta dinámica hizo que trabajadores y sus familias se asentaran en la zona.
El Surti ingresó en agosto de este año al histórico Faena miento del Ejército para conocer sus instalaciones y el proceso de faena. Según explicaron diferentes funcionarios militares —relatos que coinciden con los de extrabajadores de frigoríficos—, los animales llegan en transganados y son ingresados a un corral para descansar. Muchas veces están heridos, enfermos, desmayados o incluso muertos, por los golpes que les provocan los movimientos bruscos durante el viaje. En este estado, por ley, no deben ser carneados.
La faena comienza a las cuatro de la mañana, cuando los animales son abatidos o noqueados con una pistola de noqueo y colgados de un gancho para recorrer cada estación del matadero. Primero, se les desangra y después se les extrae la cabeza y las patas. Segundo, se les desuella (se retira el cuero). Tercero, se les hace un corte vertical en el abdomen para extraer las vísceras, evitando la perforación de algún órgano (como los intestinos que contienen materia fecal) para no contaminar la carne y las instalaciones. Por último, se parte al animal al medio en dos medias reses con una sierra eléctrica.
Don Francisco dice que, durante la dictadura, los animales llegaban a Asunción en chata, un tipo de barco. «Venían del norte hasta Remanso Castillo. Bajaban y venían en tropas por Artigas, que era un zanjón de unos cinco o seis metros hasta el Parque Caballero». El paso del ganado destruía la avenida, que era de tierra.
Hoy ya no son las tropas las que destruyen Artigas, que sigue siendo la única vía de acceso a esa zona de la ciudad, sino los transganados. Alfredo Moreno dice que hay días en los que un carril está inhabilitado porque hay de quince a veinte camiones esperando descargar. El concejal Pintos coincide en que estos camiones contribuyen a aumentar la congestión del tráfico.
En 1988, don Francisco dejó el Faenamiento del Ejército y por recomendación de un amigo entró a trabajar en la Industria Paraguaya Frigorífica S. A., conocida como IPFSA. Luego de veinticinco años en esa empresa y más de cuarenta como obrero de la carne, se jubiló en 2014. Tres años después, en 2017, el frigorífico brasileño Minerva Foods compró IPFSA.
En octubre de 2012, la multinacional brasileña Minerva Foods adquirió Frigomerc S. A. y se instaló sobre la calle Lombardo del barrio Virgen de Fátima, en un terreno que colinda con el arroyo Mburicaó. Cinco años después, a través de Frigomerc, compró Beef Paraguay S. A. y la Industria Paraguaya Frigorífica S. A., según sus estados financieros de 2024 y 2025.
La compañía opera en siete países con un total de 46 unidades industriales. En Paraguay, tiene cinco plantas con una capacidad de faena total de 8025 cabezas por día, que en 2024 generaron 932 millones de dólares (6,5 billones de guaraníes, el 12 % de sus ingresos). Ese año, la empresa faenó 2,2 millones de cabezas de ganado en el país.
A diferencia del Faenamiento del Ejército, alrededor del que se fueron asentando los trabajadores con sus familias, Minerva se instaló en Virgen de Fátima cuando el barrio ya estaba consolidado. Su planta tiene 3,3 hectáreas de superficie, una capacidad de faena de mil cabezas de ganado por día, nueve cámaras frigoríficas y un muro de contención para el arroyo Mburicaó. Según sus licencias ambientales, el frigorífico produce diariamente 37 000 kilogramos de harina de carne y hueso y 22 000 kilogramos de grasa industrial. Solo este establecimiento consume 1 400 000 litros de agua y 55 toneladas de eucalipto por día.
Un extrabajador, cuya identidad resguardamos por su seguridad, explicó que el eucalipto se usa como leña para calentar las calderas en las que se hierve el agua para desinfectar las cámaras frigoríficas. Pero Minerva no solo utiliza madera en sus frigoríficos, sino que varios de sus proveedores están vinculados a la deforestación de bosques nativos para convertirlos en pasturas. Un informe de Mifhty Earth reveló que 123 492 hectáreas fueron taladas en Brasil por proveedores directos e indirectos de la firma entre 2009 y 2023.
Según la Dirección de Gestión Ambiental de Asunción, Minerva es una de las empresas que no presentó su cronograma de mudanza, plazo que feneció en enero de este año. Para diciembre también debe dejar de faenar en el barrio.
Inés Franceschelli, directora del Centro de Estudios Heñói, apunta que las empresas como Minerva son «un brazo más del capital transnacional extractivo». Para ella, que acompaña investigaciones sobre el agronegocio, los frigoríficos «se apropian económicamente de nuestro suelo, de nuestro monte, de nuestra salud y de nuestra agua. Por lo tanto, se lleva la renta fuera del país».
La industria cárnica, además de su impacto ambiental en el uso intensivo del agua y la deforestación masiva, se caracteriza por las condiciones de riesgo en el trabajo y el estrés térmico causado por las bajas temperaturas.
La investigación Efectos de años de trabajo en ambientes fríos sobre el sistema musculoesquelético y los síntomas del túnel carpiano, que analizó a 568 trabajadores que realizaban tareas de corte, despiece, envasado, empaque y transporte en temperaturas por debajo de nueve grados en una planta avícola en Turquía, concluyó que el aumento de años de trabajo en el entorno frío puede provocar la sensación de dolor e incomodidad en varias partes del cuerpo, como el empeoramiento de síntomas del síndrome del túnel carpiano, especialmente en personas que han trabajado más de diez años en el frío.
Dentro del frigorífico la temperatura puede variar de cuatro grados a menos treinta grados. Lidia Raquel Ortiz, ña Rubita (70), trabajó dieciséis años en IPFSA antes de la compra de Minerva. «El frío lo que me enfermó todo. De mi rodilla y mi tobillo. Algunas veces no puedo caminar», dice al mostrarnos sus piernas hinchadas y venosas.
Las secuelas del frío son parte de las marcas de ña Rubita, que tiene cicatrices en las manos por los cortes de cuchillo que se hizo en el frigorífico. «Me corté varias veces. Varias veces. Anteriormente pues no teníamos guantes. Ahora ellos ya tienen».
Datos del Instituto de Previsión Social (IPS) accedidos vía información pública revelan un promedio de veinte accidentes laborales por mes en el rubro cárnico en los últimos diez años, un total de 2401. Los principales son fracturas, heridas abiertas y lesiones. Las estadísticas del Ministerio de Trabajo son similares: 2656 accidentes laborales en el mismo periodo, abarcando desde la producción ganadera hasta el procesamiento de carnes. Solo en el proceso de faena, se registraron 1969 accidentes en frigoríficos y mataderos.
«El frío lo que me enfermó todo. De mi rodilla y mi tobillo. Algunas veces no puedo caminar».
Don Francisco, quien trabajó más de cuarenta años faenando, tuvo varios accidentes, desde cortes en las manos hasta un motor que cayó sobre su cabeza. Cuenta que se salvó gracias al casco de protección. Sin embargo, el episodio más impactante que vivió fue ver a un compañero rebanarse la cara.
«Le pasó justo frente a mí. Ahí se hace la despostada con cuchillo puntiagudo y filoso. Entonces, [la carne está] medio congelada, medio dura. Y de repente entró en su boca el cuchillo, y le cortó de acá hasta acá —se señala la nariz—. Yo mismo me encargué de llevarle a urgencias».
En 2024, la investigación Fábrica de Acidentes de Repórter Brasil reveló que empleados de Minerva operaban maquinarias sin protección con riesgos de amputación, exposición a temperaturas extremas sin equipos adecuados y sometidos a jornadas de hasta doce horas continuas. Además, el reporte identificó que granjas proveedoras de ganado empleaban a tra bajadores en situaciones análogas a la esclavitud.
De acuerdo con el testimonio de un extrabajador del frigorífico en Paraguay, las condiciones de seguridad han mejorado en los últimos años, como el uso de guantes anticorte con malla metálica. Sin embargo, aún se mantienen las jornadas de diez a doce horas y la ausencia de un lugar para pausas térmicas. Según datos públicos de la Corte Suprema, entre 2020 y 2025, Minerva Foods enfrentó once procesos judiciales que presentaron trabajadores por cobro de salarios, reintegro y despidos injustificados.
El Surti contactó con Minerva Foods vía correo electrónico para solicitar una entrevista y un recorrido por la planta, que según la firma es ejemplo de seguridad y salubridad. En el correo, se solicitó un posicionamiento sobre la ordenanza que emplaza a las empresas a abandonar el barrio, las denuncias de malas condiciones de trabajo y seguridad, así como los vínculos con la deforestación en Brasil. La empresa no autorizó el ingreso al frigorífico «por estándares de seguridad internacional» y respondió a través de un comunicado fechado el 27 de agosto:
«Informamos que estamos desarrollando el plan de relocalización y mantenemos un diálogo permanente con las autoridades locales, respetando plenamente el plazo establecido por la Municipalidad de Asunción para el traslado de nuestras operaciones en el barrio Tablada Nueva. Reafirmamos nuestro compromiso con una transición responsable, minimizando los impactos para la comunidad y asegurando el cumplimiento de todas las exigencias legales y ambientales».
La otra empresa que aparece en los registros públicos de la Corte es Vernon I. C. S. A., una fábrica de cuero que tampoco cumple con el calendario de mudanza. De 2020 a 2025, los trabajadores presentaron cinco demandas laborales por falta de pagos de salarios, vacaciones y aguinaldos, además del incumplimiento de los reintegros por despidos injustificados. De hecho, obreros de la curtidora se manifestaron el año pasado por el despido de compañeros que se sindicalizaron. El Surti se comunicó con el representante legal de la empresa a través de correo, llamadas y mensajes, pero este no respondió.
Hasta el cierre de esta edición, ningún establecimiento había presentado su cronograma de retiro. Según el concejal Pintos, las empresas están realizando lobby para conseguir una ampliación. «Particularmente, recibí una invitación del Ministerio de Industria y Comercio donde, aparentemente, grandes grupos empresariales compartieron que tienen esa limitación en los plazos y eventualmente van a solicitar una prórroga».
Un funcionario municipal, que habló con El Surti bajo condición de anonimato, no descarta que las empresas se aglutinen y presenten una acción de inconstitucionalidad para mantenerse en los barrios. Esta sería la misma estrategia que utilizaron los emblemas para construir estaciones de combustible en Asunción sin respetar los límites de distancia.
La ordenanza que dispone la salida de las empresas cárnicas de Tablada y Virgen de Fátima plantea un incentivo inmobiliario para las que se retiren dentro del plazo. Establece que podrán acceder a un 10,5 de coeficiente de edificabilidad (parámetro que permite calcular cuántos metros cuadrados se pueden edificar en un terreno) para emprendimientos habitacionales o mixtos, como oficinas comerciales, hasta tres años después de finiquitar su traslado. No especifica la altura máxima de los edificios, como sí ocurre en otras zonas de Asunción, y fija en 75 % el límite de las construcciones en una superficie.
«Esto es una ventaja para ellos; en vez de construir un edificio de dos pisos, pueden construir uno de diez», explica el concejal Pintos.
Para hacer el cálculo, se multiplica el coeficiente de edificabilidad (10,5) por la superficie edificable del terreno (75 %). Si se toma de ejemplo las 3,3 hectáreas de Minerva Foods, podrán construir hasta 259 000 metros cuadrados o el equivalente a cinco edificios de veinticinco pisos. Esto significa que las empresas podrán hacer grandes edificios, oficinas corporativas o lujosos barrios cerrados en la zona, mientras existen 16 099 viviendas deshabitadas en la capital.
Aunque la ordenanza puede hacer que en tres años los frigoríficos se lleven el mal olor y sus desechos a otra parte, si se cumple este incentivo económico, los pobladores de Tablada Nueva y Virgen de Fátima se enfrentarán a un nuevo desafío: el boom inmobiliario.
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Reportaje: Josué Congo · Edición: Romina Cáceres · Diseño: Naoko Okamoto · Edición visual: Jazmín Troche · Fotografías: Elisa Marecos & Sandino Flecha · Edición fotográfica: Betania Ruttia · Corrección: Margarita Mendieta · Ilustración de tapa: Alana Carrillo
Este reportaje se publicó en El Surti impreso de octubre de 2025.
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Una publicación de Memetic.Media desde Asunción, Paraguay
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