Es 2030 y mujeres activistas por el parto respetado lograron su objetivo: una legislación para erradicar la violencia obstétrica
Desde el momento en el que la mujer consulta con un médico o médica, recibe información sobre la evolución de su embarazo y parto para que decida libremente cómo dar a luz.
El foco cambió y hoy se reconocen a las mujeres y cuerpos gestantes como principales protagonistas de los nacimientos. Sus prácticas culturales se toman en cuenta.
Hospitales públicos entrenan al personal médico y adecuan sus instalaciones para garantizar partos libres de violencia.
Se respetan los tiempos fisiológicos de las embarazadas. Ya no se inducen los partos si no hay necesidad. Tampoco se programan cesáreas injustificadas.
Paraguay redujo estas intervenciones quirúrgicas al 15%, como recomendaba la OMS.
Las embarazadas pueden elegir la presencia de alguien que las acompañe en la sala de parto.
Un Observatorio de Violencia Obstétrica que funciona hace años y registra denuncias ha anunciado que los maltratos verbales y físicos disminuyeron significativamente.
Al momento de nacer, los médicos respetan el vínculo inmediato y la intimidad que necesitan la madre y el recién nacido.
Las mujeres reciben asesoramiento gratuito e información sobre los cuidados de sí mismas y de sus bebés. El puerperio ya no se vive como una experiencia solitaria.