Una ciudad feminista es posible

Vamos a imaginar ciudades donde niñas, adolescentes y mujeres puedan vivir y caminar sin miedo.

Es el 2030. Las municipalidades de Asunción, Gran Asunción y otros municipios llevan varios años implementando un plan para adecuar las ciudades a las necesidades de todas las mujeres.

Intendentes, concejales y autoridades del gobierno central entendieron que el diseño de las ciudades profundizan desigualdades como la de género. También que esto se puede cambiar con políticas públicas centradas en el cuidado.

Comparten la idea de que una ciudad segura no es una llena de policías. Es aquella donde sus habitantes usan y disfrutan los espacios públicos en libertad.

Realizaron audiencias públicas con niñas, estudiantes, madres, embarazadas, bañadenses, adultas mayores, mujeres lesbianas, trans, con discapacidades y trabajadoras sexuales para conocer sus prioridades.

Identificaron lugares donde ellas se sintieron más inseguras e incómodas.

Calles y esquinas con poca iluminación fueron intervenidas y mejoradas. Tramos donde se registraron más hechos de violencia se convirtieron en recorridos atractivos que disuaden amenazas con la presencia de más personas.

Como otra medida contra el acoso callejero se lanzaron campañas dirigidas a varones como los únicos responsables de no violentar a las mujeres.

Las veredas se ensancharon para cuidar el espacio personal. Hay más lugares con wifi gratis para garantizar conectividad a toda hora y puestos oficiales de atención para casos de emergencia.

Hoy las mujeres encuentran baños públicos en puntos concurridos de las ciudades. Tienen cambiadores de pañales y toallas higiénicas de emergencia gratuitas. Si necesitan amamantar, hay lugares cómodos y limpios para hacerlo.

Se acondicionaron todos los buses para que puedan movilizarse con carritos de bebé o bolsos de compras con más facilidad. También hay más conductoras de colectivos y taxis.

Las señales en vía pública visibilizan a las mujeres. El 50% de los nombres de las calles homenajea sus conquistas, sus luchas, sus lideresas y sus organizaciones.

Hay ferias de alimentos cotidianas en todos los barrios. Sirven para acortar la distancia que recorren muchas entre sus hogares y donde se abastecen de comida. Los varones asumen más tareas domésticas.

Las plazas y los parques son lugares de encuentro, goce y descanso para todas y todos. En 2030, las ciudades se acercan un poco más a la democracia que merecemos, la que no excluye a nadie.