Los incendios forestales son alimentados por la sequía y prácticas como la quema de basura o de pastizales; los últimos para habilitar campos para la agricultura y la ganadería. Una práctica basada en la confianza en un calendario de lluvias que no existe más.
Los mismos incendios, en un círculo vicioso, terminan contribuyendo a la sequía al intervenir en el proceso de creación de nubes de lluvia.
Sí, todo esto se sabe. Sí, es película repetida. ¿Cómo es que el Estado paraguayo dejó que vuelva a pasar?
Durante el último año seguimos el rastro de qué hicieron el Ministerio del Ambiente (MADES) y el Instituto Forestal Nacional (INFONA) para esclarecer los incendios forestales y proteger los bosques afectados en 2020.
Encontramos sumarios sin nombres –pese a existir propietarios identificados–, desinterés en exigir explicaciones sobre los fuegos, investigaciones cajoneadas en casos de políticos, ausencia de planes de recomposición de bosques afectados, mucha deforestación y mucha más impunidad.