La construcción de la represa de Itaipú está rodeada de algunos mitos, como que Paraguay solo puso el agua y Brasil todo el dinero. Este mito ha sido instalado estratégicamente desde Brasil y en ocasiones ha permeado la narrativa local. La realidad es que nuestro país no solo puso el agua, la fuente de energía sin la cual no podría existir Itaipú. También pagó por los préstamos que permitieron la construcción de la represa y subsidió el costo de la energía a empresas brasileñas.
No es menor que Paraguay haya aceptado la construcción de una represa en sus aguas cuando no tenía interés ni la necesidad de hacerlo. El proyecto nace a partir de un interés exclusivo de Brasil, que debía satisfacer su creciente demanda de energía. El gobierno brasileño ve un enorme potencial hidroenergético en la zona de los Saltos del Guairá. Pero, para emprender algo allí, debía contar con el aval de Paraguay, con quien compartía los saltos. Para el ingeniero y especialista en energía Ricardo Canese, la misma expresión «Paraguay puso solo el agua» es falaz, porque desconoce el valor de este recurso natural. Es ex vice-ministro de Minas y Energía y el autor de varios libros sobre el tema. «Es como que al dueño de una mina de oro le digan «vos solo tenes oro», dice.
Sin nuestro país en el proyecto, al gobierno brasileño le quedaban pocas opciones diplomáticas para concretarlo, a las que de hecho acudió con la invasión militar en 1965 de Puerto Renato, en territorio nacional. «Como otra alternativa para la construcción unilateral del proyecto no se descartaba el desvío del curso del río Paraná”, una opción que también era jurídicamente inadmisible, relata el especialista en temas de seguridad Juan Antonio Pozzo Moreno en su libro «Itaipú. Crónica de un despojo». Finalmente, con la intervención de Estados Unidos para zanjar el conflicto diplomático que se generó a raíz de la invasión militar, Paraguay se suma a la iniciativa, cuando bien podía descartarla y Brasil se quedaba sin represa.
El Tratado de Itaipú que firmaron en 1973 las dictaduras de Paraguay y Brasil establece la forma de financiación de la construcción de la represa: préstamos. Y la responsabilidad sobre estos préstamos fueron compartidos por ambos países, independiente de quién utilizó más energía. La binacional asumió un primer préstamo de la Electrobras – el órgano del gobierno brasileño responsable de la generación y distribución de energía – para costear la obra de la represa. Por mucho tiempo más del 90% de la energía producida fue utilizada por las empresas brasileñas y menos del 10% por las empresas paraguayas. Pero el préstamos inicial de Electrobras como otros que se obtuvieron para el proyecto fueron pagados por ambos países.
Es erróneo aseverar que «Brasil puso el dinero». Cecilia Vuyk, una politóloga e investigadora especialista en desarrollo latinoamericano cuya tesis de post grado analizó la revisión del anexo C del Tratado en el 2023, dice: «Los préstamos dados por Electrobras y otros bancos extranjeros para la construcción de Itaipú, los intereses de los préstamos y la sobrefacturación de la obra (costó 10 veces más de lo inicialmente presupuestado) fueron pagados por el Estado brasileño y por el Estado paraguayo». Y, ¿cómo han hecho los Estados para solventar estos préstamos? A través del pago por los servicios de electricidad que paraguayos y brasileños deben abonar mes a mes.
Por último, Paraguay no sólo cedió su energía obligadamente a Brasil, específicamente a las empresas brasileñas. También la subsidió, lo que pasó a engrosar la deuda. «Gran parte de la deuda, es decir, 4500 millones de dólares corresponde a el subsidio dado al precio de la energía que fue vendido entre el ‘85 y el ‘90 por debajo de su costo de producción», asegura Vuyk. En otras palabras, a través del pago de la tarifa de Ande, se subsidió la energía que utilizaron empresas brasileñas.