Si tenés dos minutos, esto es lo que tenés que saber:
- La narrativa del fraude electoral es una estrategia que fue utilizada por los expresidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro para intentar perpetuarse en el poder. En ambos casos fue gestada con antelación a las elecciones presidenciales para sembrar la duda en la población sobre la integridad del proceso electoral.
- La narrativa del fraude tiene características de teorías conspirativas promovidas por grupos conservadores. Algunos ejemplos son los discursos engañosos que buscan dilatar las soluciones contra la crisis climática o la desinformación sobre la Unión Europea y que buscaría imponer una agenda incompatible con nuestra cultura.
- Varios medios y políticos cartistas, así como cuentas pseudoinformativas, difundieron noticias y declaraciones sobre la posibilidad de fraude electoral. Señalan el supuesto ingreso de “hackers” brasileños que apoyarían a la Concertación, las ONG que realizan observación electoral vinculadas a políticos de oposición y al conteo paralelo anunciado por Efraín Alegre, candidato a presidente de la Concertación.
- La Nación no sólo publicó artículos. Pagó publicidad en Facebook para aumentar el alcance de sus materiales sobre supuestos “informáticos brasileños”. La cuenta En La Tecla, que constantemente publica desinformaciones, también publicitó publicaciones referentes a los supuestos hackers.
- En marzo de 2023, Efraín Alegre dijo en conferencia de prensa que “no nos van a hacer fraude” y anunció un conteo electoral paralelo al de la Justicia Electoral a la cual acusó de manipular resultados. “Nuestra confianza está en nuestro control”, dijo. Hoy su medida de seguridad antifraude es uno de los pilares de la narrativa colorada para instalar la duda sobre el resultado de los comicios, aunque en 2018 la ANR también tuvo su propio conteo.
Si tenés más tiempo, te invitamos a leer el artículo completo:
A menos de dos semanas de las elecciones generales 2023, la supuesta inminencia de un fraude electoral es uno de los temas en la agenda pública. Del lado de la ANR, medios cartistas buscan instalar esta narrativa con elementos de teorías conspirativas. También emprendieron una campaña mediática contra una de las organizaciones que hacen observación electoral, Alma Cívica, acusándola de vínculos vigentes con candidatos de la oposición como Soledad Núñez y Bruno Defelippe. En la Concertación, Efraín Alegre anunció un conteo paralelo el día 30 de abirl. Argumentó que desconfía del trabajo del TSJE, algo que fue explotado por el oficialismo para movilizar la narrativa del fraude electoral.
Este tipo de discurso alentó a activistas de la ultraderecha y simpatizantes de los expresidentes Trump y Bolsonaro a asaltar sedes del Congreso de sus respectivos países (el Capitolio y el Palacio del Planalto). Este martes, la cadena estadounidense de medios de comunicación Fox News llegó a un acuerdo de 787.5 millones de dólares con la empresa Dominion Voting Systems por haber difundido información falsa sobre las máquinas de votación de la empresa luego de las elecciones de 2020. Trump había acusado también a la empresa de manipular los votos a favor de Biden.
En Chile, Perú y Colombia, durante diferentes votaciones, también circularon desinformaciones sobre la posibilidad de fraude, urnas electrónicas vulneradas y “muertos que votan”. Todas fueron desmentidas por medios especializados en verificación de datos.
Para Natália Leal, directora de Lupa, agencia especializada en factchecking en Brasil, el uso de la desinformación como estrategia de marketing político, como la narrativa del fraude, tiene un solo objetivo: perpetuar el poder.
La conspiración del fraude electoral
En Brasil, la primera vuelta de las elecciones fue el 2 de octubre de 2022, pero la narrativa del fraude electoral se diseminó cuatro años antes de los comicios, en 2018, a partir de la victoria del bolsonarismo.
Franco Delle Donne, doctor en Comunicación por la Freie Universität Berlin y realizador del podcast argentino Epidemia Ultra, sostiene que la sospecha de fraude funciona porque la ultraderecha construye constantemente sus narrativas con características discursivas similares y que responden a la estructura de una teoría de conspiración: un supuesto complot, objetivos oscuros y un plan que impactará negativamente a un candidato o a un sector de la sociedad ligado a la ultraderecha.
Las publicaciones del diario La Nación sobre supuestos “hackers” o informáticos brasileños que ingresaron a Paraguay para manipular los resultados se ajustan a las características descritas. Para Natália Leal, una de las características de las narrativas conspirativas es que son contradictorias en sí mismas. “Se dice que la elección fraudulenta es la presidencial, pero la misma urna electrónica registra el voto para diputados y senadores. Y esas elecciones no son cuestionadas. Esa es una característica bastante presente de las teorías conspirativas”, sostiene Leal.
El componente emocional de la narrativa del fraude y las teorías conspirativas
Según Natalia Leal, el tono de las desinformaciones electorales es emocional y se configura de la siguiente manera: “te cuentan sobre algo que nadie quiere que sepas, que solo vos sabrás de ese contenido, que es algo exclusivo y, por eso, es importante que se divulgue lo máximo posible”.
Franco Delle Donne explica que el sesgo de confirmación de los simpatizantes de la ultraderecha vuelve innecesarias las pruebas para creer en la narrativa. Están dispuestos a creer desde antes. “Ese componente emocional puede ser hasta ideológico, de sentido de pertenencia, de cercanía”, concluye.
Cómo el bolsonarismo usó la desinformación del fraude para un alzamiento
En grupos bolsonaristas de Telegram y WhatsApp se orientó a los simpatizantes de Bolsonaro a mentir a los encuestadores para así alterar el resultado de las encuestas de intención de voto. Este es uno de los elementos para desacreditar las encuestas electorales y preparar el terreno para la narrativa del fraude, según Natália Leal.
Una vez que terminaron las elecciones de Brasil el 30 de octubre, hubo un aumento de los mensajes en grupos de Telegram de bolsonaristas que estimulaban la narrativa del fraude. A la par inició la organización para evitar la toma de posesión de Lula. El 3 de enero de este año una nueva ola de mensajes en los grupos bolsonaristas culminó con la toma del Palacio del Planalto el 8 de enero de 2023.