Oligarquía

Mejorar cómo el Estado gasta lo que recauda no basta

Paraguay necesita mejorar el gasto público y recaudar más con impuestos justos.

Reportaje Maximiliano Manzoni · Edición jazmín acuña · Ilustración robert báez ·

Esta semana, a raíz de nuestro artículo explicando quiénes sostienen los gastos del Estado paraguayo y qué problemas hay con nuestro sistema tributario, varios lectores y lectoras debatieron sobre si mayores impuestos o inversión en educación y salud de verdad contribuyen al desarrollo humano del país. Una revisión de la presión tributaria y gasto social de los países de la región con mejores índices de desarrollo humano, el análisis de economistas y estudios de organismos internacionales indican que sí: Existe una relación entre mayores –y más justos – impuestos, más inversión en educación y salud y mejor calidad de vida de la gente.

Para el ex ministro de Hacienda César Barreto no hay dudas. El desarrollo humano está vinculado al nivel de educación de una población y el acceso a servicios. Barreto, que es master en Economía por la Universidad Católica de Chile y miembro de la Comisión Técnica Tributaria que conformó el Ejecutivo para proponer cambios en el sistema impositivo, dice que estos servicios dependen de los impuestos. «En la medida que haya una mayor cobertura de estos servicios de salud y educación y una mayor calidad, eso implica, probablemente, que los costos de esos servicios de calidad se tengan que pagar a través de una mayor tributación por parte de la gente», comenta.

En el caso del Índice de Desarrollo Humano (IDH), creado por la ONU en su búsqueda de tener un indicador más allá del crecimiento de PIB para medir cómo le va a cada país, ya que un crecimiento alto en PIB no siempre significa –como en el caso de Paraguay– que toda la sociedad disfrute de sus beneficios. Los 4 sudamericanos mejor posicionados en el IDH 2017, Chile, Uruguay, Argentina y Brasil, son también los 4 países con mayor gasto social de la región. También los 4 países tienen mayor presión tributaria que Paraguay, pese a la sostenida reducción argentina durante el gobierno de Mauricio Macri.  Más dinero en salud, educación, vivienda y protección social significa gente con mayor capacidad para poder formarse y tener una vida digna. Es una cuestión pragmática: «Es necesario elevar el capital humano de la gente» dice Barreto. «Este es un determinante muy importante del nivel de productividad de las personas en la economía de un país y eso lleva a un nivel de ingreso más alto».

«Hay una cierta regularidad entre los países desarrollados que tienen un nivel de tributación más alta, lo cual indica que hay una relación entre ambas», concluye Barreto. Pero aclara que relación no es causalidad, y hay otros aspectos para tener en cuenta.

Mejor y más inversión al mismo tiempo

Paraguay creció en inversión a educación en la última década, en números absolutos y en relación a su PIB, aunque sigue lejos del 7% recomendado por la Unesco. Lo mismo en salud y asistencia social, donde el gasto público subió 4 veces desde el año 2000, pasando de ser uno de los más reducidos de la región a estar en el promedio adecuado a nuestra economía.

Pero en ambos frentes los resultados no están a la altura de los desafíos y las necesidades del país. La última prueba PISA muestra que los logros académicos de los estudiantes paraguayos siguen estando entre los más bajos, comparando con otros países de la región de similares ingresos. Que las escuelas se caen es una frase hecha a estas alturas, pero no por eso deja de ser real. El Banco Mundial señala que la calidad de las escuelas públicas paraguayas tanto en infraestructura como en docentes calificados y kits escolares es muy precaria. El diagnóstico en salud es similar: «El rendimiento del sector de atención primaria es deficiente y una gran parte de las visitas se realizan a los hospitales y centros de emergencia», dice el Banco Mundial en su análisis al respecto. «La falta de infraestructura de tecnología de la información […] obstaculizan aún más la eficiencia», agrega.

El problema es tanto cuánto se gasta y cómo se gasta. Para Verónica Serafini, doctora  paraguaya en Economía recibida de la UNAM e investigadora, no pueden ser mutuamente excluyentes: «Mejorar la eficiencia es un requisito. Sin embargo, gastamos tan poco que con solo aumentar la eficiencia no será suficiente».

El Banco Mundial reitera que tanto en salud como en educación se podrían conseguir mejores resultados con lo que ya se tiene, como corrigiendo la inversión en educación que se da a departamentos y municipalidades a través de Fonacide, cuyos fondos hoy se otorgan sin tener en cuenta la cantidad y la situación de estudiantes por departamento, ampliando desigualdades. Nuestro sistema de salud sufre de una falta de información unificada entre el Ministerio, los hospitales e IPS, que hace que se superpongan recursos en la cobertura y la compra de los mismos medicamentos.

Pero hay otros aspectos a atender que no se solucionan reubicando recursos, como la capacitación docente. «Es difícil poder mejorar la educación si es que no asignamos más recursos para pagar maestros más capacitados y que requieren una mejor remuneración», dice el ex ministro César Barreto. La necesidad de invertir para que las maestras amplíen sus metodologías de enseñanza es, según el informe PISA y el Banco Mundial, uno de los ítems urgentes de la educación paraguaya. Y aunque el salario docente en el país creció en los últimos años, un profesor de educación media en Paraguay sigue ganando en promedio solo el 74% de sus pares en Sudamérica.

Ampliar la cantidad y cobertura de las Unidades de Salud Familiar (USF) es otra urgencia, reconocida incluso por el ministro de Salud Mazzoleni. Las USF, como explica el Banco Mundial, sirven de «porteros» del sistema de salud pública. Su función es otorgar un servicio adecuado y programado a las comunidades y evitar el actual colapso de hospitales y centros de emergencia.

Por último, está el propio impacto de nuestro sistema impositivo en reducir desigualdades. La realidad de Paraguay como un Estado chico se contrapone a como mucha gente lo percibe, ya que se sostiene en impuestos que tocan más al bolsillo de las clases bajas y medias y porque noticias de corrupción millonaria aparecen todos los días. Además de recaudar, «los impuestos sirven para redistribuir. No hay sociedades desarrolladas con altos niveles de desigualdad. La desigualdad genera conflictos sociales e inseguridad y obstaculiza el crecimiento económico a largo plazo», dice Verónica Serafini. Tanto ella como César Barreto hacen énfasis en que el actual sistema tributario en Paraguay fomenta la inequidad y que se necesita trasladar mayor peso del Estado a impuestos que tomen en cuenta la capacidad de pagar de las personas, como debería ser el IRP.  Barreto dice que debe ser gradual. «Por nuestra experiencia pasada en la cual se han manejado muy mal nuestros recursos tenemos que mejorar la asignación de esos recursos por un lado, y por otro, aumentar la tributación en paralelo».

Fuentes