Relatos de explotación laboral en Paraguay en nombre de «ponerse la camiseta» de la empresa.
Si le preguntas a les trabajadores de Paraguay, 4 de cada 10 te dirán que ganan menos del sueldo mínimo. Si tenés menos de 30 años, puede que seas parte del 69% que hoy no aporta a ninguna caja de pensiones y es posible que nunca acceda a una jubilación. La generación del bono demográfico vive sin contratos, vacaciones, aguinaldos o seguro médico, o sufre persecución si quiere formar un sindicato, pero tiene la constante obligación de «ponerse la camiseta» de la empresa.
Le preguntamos a la audiencia de El Surti a qué les obligaron en nombre de esa frase: ponerse la camiseta.
Aquí algunos de los testimonios:
«Estoy en el trabajo 14 horas diarias.»
Antonella
«Trabajaba en una librería de 7 a 18 hs con un receso de 20 minutos al mediodía para almorzar, y en todas esas horas solo podíamos pedir permiso para ir al baño 2 veces.
Teníamos que aguantar las ganas de orinar».
Alejandra
«Trabajaba en una empresa maquiladora. Deben tener una guardería, no se cumple. Están prohibidos los sindicatos y se persigue a los que intentan promoverlos, por éso aún no existen sindicatos de empresas maquiladoras.»
Dexter
«Estar sin IPS. Con menos de la mitad del sueldo mínimo. Haciendo en varias ocasiones horas extras sin ningún tipo de remuneracion y trabajando en negro, sin contrato ni nada.»
Su
«Trabajaba en una institución educativa. Recibía maltrato por no responder al WhatsApp fuera del horario laboral.»
Leonardo
«Soy enfermero. Me hacían trabajar 15 horas al día. Renuncié al trabajo.»
Enrique
«Nuestro horario de contrato en una cooperativa era de 7:30 a 16 horas pero era imposible que salgamos antes de las 18. También trabajábamos los sábados. Cuando reclamamos nos trataban de conflictivos. A un par se les envió al freezer, a hacer archivos. Al tercer año me descontaron el 20% de mi bono del año porque era “tóxica” al reclamar. Pero como estaba embarazada necesitaba el laburo y tipo aguantás. Al año siguiente renuncié.»
Luz
«En una empresa de tiendas de ropa más de 500 personas tenían que turnarse para almorzar en una cucha. Una pieza de entrepiso, llena de cucarachas que comían contigo. La gerente de recursos humanos me obligó a firmar como si ya hubiera cumplido pre-aviso para salir. Si no lo hacía “no iba a poder trabajar en ningún lugar, porque iban a dar malas referencias de mí”.»
Belén