Rubén Portillo tuvo un cuadro de fiebre y vómitos a inicios de 2011. Su esposa Isabel Bordón y su hermana Norma Portillo hicieron lo posible para que médicos lo atendieran, pero no se pudo salvar. Rubén llegó muerto al hospital de Curuguaty el 6 de enero. Más de veinte personas más de la colonia Yeruti, incluyendo Isabel y su hijo Diego Portillo, también se internaron con síntomas similares.
La doctora Angie Duarte, directora del hospital, dio aviso a la Fiscalía, la Secretaría del Ambiente y a Senave. Abrieron una investigación por violación de normas ambientales e intoxicación y fueron con una comitiva hasta la colonia. Los técnicos encontraron mucha soja plantada en tierras públicas y estancias que violaban la barrera ambiental exigida entre la soja y los caminos, arroyos, familias. Constataron que no existían los 100 metros de protección alrededor de cada casa, escuela o centro de salud donde no se pueden rociar con plaguicidas.
Vieron que el pozo de agua de la casa donde vivía la familia Portillo tenía endosulfán, aldrín y lindano, tres agroquímicos prohibidos en Paraguay y Brasil. E identificaron dos establecimientos productores de soja que colindaban con la casa de los Portillo que no contaban con licencia ambiental para plantar soja ni para rociar los agroquímicos que dispersaban con avionetas, cuyos tanques lavaban en un arroyo cercano. Pobladores de Yerutí bebieron agua y comieron peces de allí.