Hola, les saludo tras haber recorrido el camino de vuelta desde Sharm El-Sheikh, Egipto: fueron 11.460 kilómetros, tres escalas de avión y cinco horas de diferencia con Paraguay. Terminó la Conferencia del Cambio Climático de la ONU, más conocida como COP27.
Los últimos días en la península del Sinaí tuvieron mucho de corridas y trasnochadas. Y no porque tuviese la oportunidad de disfrutar la noche, sino porque ese fue el ritmo de la COP tras una segunda semana de insultante pasividad. Es como cuando éramos niños y llegado el domingo de noche te acordabas que el lunes debías llevar papel sulfito a la escuela. Después de anunciar la extensión del final de la conferencia – que estaba planificada para el viernes 18/11 – las negociaciones tomaron el modo «Rápido y Furioso» muy en serio.
Lo que vino después fueron 48 horas de reuniones bilaterales, conferencias de prensa anunciadas 30 minutos antes de que sucedan, delegaciones enteras dormitando en los patios mientras los equipos de logística iban desarmando el lugar. Como quedarse tirado en el pasto de un concierto mientras desarman el escenario. Excepto que todavía habían bandas tocando al mismo tiempo.
El sábado de tarde Egipto se acordó que tenía la presidencia de la conferencia y presentó una propuesta unificada sobre daños y pérdidas. Era el punto medio del punto medio. Creaba el fondo (como querían los países del Sur) pero luego de un año de análisis sobre cómo financiarlo (como quería el Norte) y dejaba deliberadamente abierta la discusión de quiénes deben poner la plata (para evitar que la Unión Europea y Estados Unidos utilizaran ese punto contra China e India).
Se sintió como si de pronto se hubiera resuelto un nudo gordiano. Del lado Sur Global de la cancha, la percepción de que la COP iba para largo – algunos hablaban de una nueva extensión al lunes, lo que le hubiera convertido en la conferencia de cambio climático más larga de la historia – se volcó de pronto en la confidencia de que, al fin, a este Fyre Festival le quedaban pocas horas. En el centro de convenciones ya sólo quedábamos periodistas y delegaciones con la creciente preocupación compartida de perder vuelos y conexiones.
Pero del lado del Norte Global, la jugada todavía no estaba definida. A las nueve de la noche del sábado, la plenaria todavía no empezaba y los rumores de que se estaban bloqueando otros puntos de las negociaciones empezaron a saltar en grupos de Whatsapp y conversaciones off the record. La propuesta de incluir en el texto final de la COP27 un compromiso de reducir todos los combustibles fósiles, comandado por India, Colombia/AILAC, Unión Europea y los estados insulares, finalmente no prosperó.
Tras 9 reagendamientos, la plenaría empezó a las 4:15 de la mañana de Egipto. Para ser un momento tan histórico, el momento de aprobación del fondo sobre daños y pérdidas se sintió anticlimático. Todo el mundo estaba demasiado cansado para ponerle épica.
Lo que se aprobó finalmente fue cercano a la propuesta de la presidencia de Egipto. El fondo se creará tras aprobar o revisar las recomendaciones que un comité de transición debe producir antes de la próxima COP28, en Emiratos Árabes Unidos. Para ponerla simple: lo que se aprobó es la creación de la cuenta bancaria, lo que tenemos que discutir ahora es si será una ahorro o cuenta corriente, cómo y cuando le pondremos la plata y a quienes irá.
Lo último será el gran tema durante las discusiones en 2023. Sobre el final, los países desarrollados impulsaron que sean los países en vía de desarrollo «particularmente vulnerables» aquellos que podrán recibir dinero por los daños y pérdidas. Qué significa ser particularmente vulnerable es una discusión que debe interesar a Paraguay. En 2014, la CAF nos definió como uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, pero los criterios de esa selección tal vez no sean los mismos de los del comité.
Es la definición de ese criterio también el peligro de que se rompa el mayor legado de la COP27. De un bloqueo total a tener que firmarlo a las 4 de la mañana de un domingo, el fondo para daños y pérdidas solo se logró porque todo el Sur Global, desde los estados insulares del Caribe y Pacífico hasta Paraguay, desde China hasta Sudáfrica, se plantaron juntos. Es la historia que no leerán en The Guardian o el New York Times. Son notas que Latinoamérica debe tomar, en una región que negocia dividida casi todo. La COP27 mostró el camino que podría llevarnos a reducir injusticias históricas en tiempos donde el multilateralismo está en crisis. Y es ese camino la recompensa.
Así termina esta bitácora. Queda pendiente y en producción un texto más específico sobre todos los resultados de las negociaciones y cómo afectan o benefician a Paraguay. Antes de irme de este pequeño espacio inaudito para el periodismo local en la historia de las COP, quisiera agradecer. Desde Chris, Génesis y Dizzanne de Climate Tracker, la organización que confió en mi trabajo y el de todo El Surti para hacer posible la cobertura, hasta Ethan, Cheryl, Anna, Stuti, Ryan, Rahma, Hadeer, Hellen, Vivian, mis compañeros y compañeras de la redacción nómada que se forjó estas dos semanas. También Tais, Pilar, Fermín, generosos con su tiempo y experiencia. A las organizaciones y fuentes que atendieron a un periodisto paraguayo mareado por el calor.
A ustedes, por acompañarnos.
A todos, una de las palabras en árabe que más repetí: Shukran.
Gracias.