#LatamRecicla

de la isla de plástico a nuestros platos

Los plásticos de la gigantesca isla de basura que flota en el Océano Pacífico aumentan a gran velocidad. La salud humana estaría en riesgo.

«Elephas» significa «marfil» en griego antiguo y es el término que daba nombre a los elefantes. En el siglo XIX, sus colmillos eran la mayor fuente de ese material que se usaba para la construcción de bolas de billar o teclas de pianos.

La diversión de una élite ayudó a poner en peligro de extinción a un animal que no tenía más depredadores que los seres humanos.

El inventor John Wesley Hyatt compitió por desarrollar un producto artificial para que sustituyera al marfil. Fue así que nació el celuloide, uno de los primeros antecedentes del plástico, debido a la escasez de elefantes.

En el último siglo, los avances en las condiciones de vida no habrían sido posibles sin el plástico que hoy está en todos lados: los hogares, la agricultura, la industria, la medicina, las telecomunicaciones o el transporte.

Por un tiempo, la humanidad mantuvo la relación de sus residuos en armonía con los ecosistemas, ya que podían reutilizarse o absorberse

El problema de la basura como lo conocemos hoy viene de la primera mitad del siglo XX.

Junto con el crecimiento de las ciudades y el acelerado desarrollo de la ciencia y la tecnología vino también la industrialización y producción masiva de plástico.

Las cantidades gigantescas de materia inorgánica imposibles de digerir son un problema, porque la mayoría de los plásticos son de corta vida útil: tienen un solo ciclo y luego se descartan.

Es así que el plástico que se utilizó en la fabricación de aviones, coches, teléfonos, cámaras, botellas y bolsas plásticas se convirtió en una amenaza para los animales y la salud de los seres humanos.

El caldo de cultivo de residuos plásticos son malas noticias para los animales en las distintas etapas de la cadena alimenticia, como los tiburones, los pájaros, las focas y osos polares.

Con la ironía de que una de la causas de su invención fue la escasez de marfil de elefante, otro animal en peligro.

En el caso del tiburón, su menú consiste en moluscos, almejas, peces, especies marinas. Ahora también come botellas de plástico.

El océano Pacífico es el más perjudicado. Allí flota una isla de basura denominada “la mancha de plástico del Pacífico Sur” y está ubicada cerca de la costa de Perú y Chile.

Tiene 2,5 millones de kilómetros cuadrados. Dos veces la superficie de Perú, tres veces la Chile o seis la de Paraguay.

El capitán Moore, quien la descubrió, pasó 180 días en el mar junto con su equipo de investigación. Encontraron soldados de juguete, fichas de dominó, cepillos de dientes y cientos de cascos de todas las formas, tamaños y colores.

Como el plástico cuenta con una bajísima tasa de degradación, objetos que utilizamos todos los días como botellas de agua, pajitas, o bolsas de nylon pueden permanecer en el mar por cientos de años.

La isla de plástico podría triplicar su tamaño en la próxima década.

Según Naciones Unidas, en la última década se produjo más plástico que en todo el siglo pasado. En América Latina y el Caribe se estima un consumo anual de 24 millones de toneladas de plásticos.

Y hasta 800 especies de moluscos, crustáceos y peces ya saben lo que es comer plástico.

El exceso de la producción de plásticos no solo afecta a especies de animales de todo el planeta. También puede perjudicar la salud humana.

Los microplásticos que son partículas que se encuentran en los cosméticos, jabones, pastas dentales y cremas exfoliantes. Pueden terminar en la cadena alimenticia de los peces que pueden terminar en nuestros platos.

En las muestras de heces de personas en Reino Unido, Italia, Rusia y Japón se halló que hasta una decena de partículas de diferentes tipos de plásticos llegan al aparato digestivo.

Ni la sal se salva. Greenpeace demostró que, en particular en Asia, más del 90% de las marcas de sal contienen microplásticos.

El reciclaje es una salida al problema del plástico que inunda el planeta.

Al día de hoy se recicló el 9% de todo el plástico a nivel mundial y el 12% se incineró. La gran mayoría, el 79%, terminó en vertederos o en el entorno natural.

Cuatro millones de personas en Latinoamérica y el Caribe viven de la recuperación y comercialización de materiales reciclables. En promedio, estos recicladores recogen al mes dos toneladas de materiales reciclables; evitan así que estos terminen en los océanos o en entierros sanitarios.

En un año, ocho recicladores recuperan cerca de 180 toneladas de plásticos y otros materiales, el equivalente al peso de una ballena azul.

El animal conocido más grande que jamás haya poblado la Tierra.

Un animal, como tantos otros, al borde de la extinción por la caza, la contaminación… y los plásticos que dejamos que vayan al mar.

texto juliana quintana · ilustración robert báez · edición jazmín acuña & juan heilborn · con el apoyo de iniciativa regional para el reciclaje inclusivo, irr