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el reciclaje que mueve la economía

Recicladores y recicladoras se han convertido en uno de los motores de la economía circular en Latinoamérica

Para muchos recicladores de Latinoamérica, trabajar en la informalidad significa vivir de lo que obtienen vendiendo materiales.

Los más pobres de la sociedad suelen ser los más perjudicados por la mala gestión de los desechos. Y todo su esfuerzo de recolección, limpieza, tratamiento y logística queda sin pagar.

América Latina tiene una larga tradición de recicladores de base que viven en la pobreza. En sus inicios, revolvían la basura para ganarse la vida, en condiciones insalubres y a veces crueles.

Hoy, esa realidad ha cambiado, aunque sigue existiendo en muchos basurales a cielo abierto de la región como el reflejo más crudo de las desigualdades sociales. Los vertederos, las plantas incineradoras y los rellenos sanitarios siempre se instalan en las zonas más marginales.

Pero hay maneras para que los materiales se reutilicen de forma continua y no terminen en los vertederos.

La economía circular plantea cambiar el modelo de tal manera que los recursos «vivan» el mayor tiempo posible antes de descartarlos.

Esto se logra desde la utilización de elementos biodegradables hasta el diseño de productos para que duren más, consuman menos energía y se puedan actualizar en lugar de desechar.

En esa propuesta aparecen recicladores y recicladoras, que se encargan de la gestión de los residuos sólidos. Que ponen a andar la economía circular.

De 18 países de la región, en once, los recicladores se aglutinan en movimientos nacionales. Según un estudio de la Red Latinoamericana y del Caribe de Recicladores (Red LACRE), el 61% de los países estudiados posee políticas públicas con enfoque de reciclaje que incluye a los recicladores.

Pero sólo en Brasil y Colombia se paga por el servicio de gestión de residuos que prestan los recicladores.

Hace más de 80 años que existen recicladores en Colombia. Muchas familias huyeron del conflicto armado y, en esa búsqueda de opciones para subsistir, encontraron una oportunidad laboral en la recuperación de residuos sólidos reciclables.

Se ubicaron en vertederos a cielo abierto, pero cuando éstos comenzaron a cerrarse a fines de la década del 80, tuvieron que salir a las calles.

Por mucho tiempo, el gobierno y la sociedad rechazó el trabajo de los recicladores. Los relacionaban con la delincuencia y la drogadicción.

Pero desde 1986, los trabajadores del reciclaje comenzaron a organizarse en cooperativas y movimientos. Ese año nació la Asociación Nacional de Recicladores (ANR), que agrupa a 120 organizaciones afiliadas en siete regiones del país.

«Yo he vivido entre la basura desde que nací», cuenta Nohra Padilla, portavoz de la ANR. La lideresa colombiana entendió que el negocio de la basura tenía que cambiar.

Organizó a las comunidades marginadas de los recicladores para que el reciclaje forme parte del sistema de gestión de residuos en Bogotá.

«El reciclaje sin recicladores es basura» es el lema de los recicladores colombianos. Hoy el país cuenta con leyes y decretos que responsabilizan a las autoridades municipales y distritales de desarrollar planes de manejo de residuos que favorezcan a los recicladores.

«A la sociedad se le olvida que existe una población que fue la que le enseñó al mundo que en la basura había riqueza», dice Martha Elena Iglesias, lideresa de la cooperativa Planeta Verde de Río Negro, en Colombia.

Para ella, existen muchas formas de reciclaje, pero considera que si no se involucra a los recicladores, el primer eslabón en la cadena, no hay nada.

Cuando Exequiel Estay se incorporó al mundo del reciclaje, en Chile aún no había institucionalidad ambiental. «Lo más importante para mí en ese momento era juntar cien botellas para comprar pañales a mis niños», cuenta.

Pero asegura que cuando se inició en la dirigencia, su forma de pensar cambió. «Ahora me ocupo de reciclar más conciencia que materiales, por eso doy charlas y brindo capacitaciones», sostiene el presidente de la Corporación Movimiento Nacional Recicladores Chile.

Existen 60.000 recicladores en Chile, hoy agrupados en el gremio que lidera a más de 50 organizaciones afiliadas en 8 regiones.

«Yo creo que el reciclaje, si lo miramos con ojos diferentes, es una ruta para un cambio cultural», asegura Estay. Y no sólo pasa por separar los materiales si no por cómo compramos los materiales y cómo gestionamos los residuos.

En una Latinoamérica que genera 231 millones toneladas de residuos al año, el reciclaje emerge como oportunidad de trabajo y de cuidado del ambiente.

texto juliana quintana · ilustración robert báez · edición jazmín acuña & juan heilborn