Con hambre no se puede estudiar

Cinco madres y estudiantes relatan lo que pasan con los kits alimentarios del MEC por la cuarentena por el coronavirus.

Estudiantes organizados realizaron cuatro comunicados, dos tuitazos y cerca de cien cadenas de WhatsApp antes que el ministro de Educación, Eduardo Petta, apareciera con un tapabocas mal puesto. Anunció el 30 de marzo la entrega del almuerzo y merienda escolar en forma de kits alimentarios mientras durara la suspensión de clases. Cerca de 80.000 estudiantes en Asunción y 181.000 en Central esperaban.

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Pero de la resolución del ministerio a la realidad, más de una semana después del anuncio, hay mayores distancias de las que exige la cuarentena.

Antonella Figueredo estaba en la fila en la escuela Delfín Chamorro, una de las primeras 20 instituciones beneficiadas con el kit, cuando el viceministro Robert Cano repetía ante cámaras de televisión lo que decía la resolución: una bolsa por estudiante.

«Firmé todo yo y me dio uno. “Por qué me da uno, si yo tengo dos hijos acá, aparte de mi hija de preescolar que no le dieron luego.” Me respondió: “Uno por familia nomás, es orden de la directora.” Y no me dejaron luego hablar, me sacaron directo.»

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Eso fue el 31 de marzo. Antonella le escribió a una profesora preguntándole si recibirán un nuevo kit –por familia al menos– antes de Semana Santa. La profesora le dijo que no, solo a quienes no recibieron la semana anterior.

«No sé si es una indiferencia hacia los niveles iniciales, que tendrían que ser prioritarios. Ellos son más chicos y no recibieron los kits. Son muy pequeños y no entienden “no”. Ellos te piden algo para comer y no te podés negar, ¿entendés?»

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Yohana Lugo también tiene un hijo en la escuela Delfín Chamorro, en preescolar. Estaba estipulado que desde abril recibirían el almuerzo escolar, pero luego vino la cuarentena. Ahora le dicen que el kit no llega al grupo de su hijo. «Lo que entregaron fueron doce, trece leches en envase pequeño, con tres bolsitas de chipitas. Viene amarga la leche. Y no podés pues darle una leche así a una criatura.» Junto a los cartones de leche, a Yohana le entregaron cuatro bananas. Una ración que debe durar diez días.

Con las entregas de kits empezaron las denuncias. Son decenas de audios y fotografías que la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios recibe de todo el país y las comparte con el hashtag #CuarentenaSinHambre

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A Pamela Martínez ni a sus compañeros del Nivel Medio les pueden explicar por qué en el Colegio Nacional Presidente Franco las bolsas de alimentos llegan solo a poco más de la mitad de los estudiantes.

«Todos nosotros veníamos siendo beneficiados con la alimentación escolar desde el año pasado y, siendo que la resolución ministerial estipula que todos los estudiantes que venían con ese beneficio recibirían el kit de alimentos, no reciben todos.»

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Al menos 500 estudiantes que almorzaban o merendaban en el colegio están sin respuesta.

Que los kits lleguen es solo una parte del problema. En el colegio Nuestra Señora de la Asunción, Rebecca Campetelli tiene que lidiar con la burocracia. La lista de beneficiados se basó en los alumnos que almorzaban en 2019 en la institución.

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La nueva lista se tenía que redactar este año. Vino la cuarentena y no se pudo. Además…

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«En los kits estarían faltando ciertos productos, ya sean leche, azúcar o locro. La gente me pregunta si los kits deberían ser así, con solo algunas cositas. Para ellos era muy poco, teniendo en cuenta que son varios en la casa. La mayoría no está pudiendo salir a hacer compras o no pueden ir a sus puestos de trabajo.»

Jazmín Rodríguez tuvo que conseguir un auto para ir de Luque a Asunción a retirar los kits para sus dos hijos en la Escuela Roberto Schaerer. Antes de llegar, tuvo que explicarle a la policía y los militares su trayecto.

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«En el grado de mi niño hay 18 alumnos y solamente 11 pudieron retirar. El mayor inconveniente que encontraban las madres es que muchas viven lejos. Vienen de Ypané, Luque o San Lorenzo a trabajar a Asunción, y llevan a sus niños a estos colegios porque les queda cerca del trabajo. Porque ellas pueden ir, estar más presentes, buscarles y traerles.»

Quedarse en casa es imposible porque el Ministerio dispuso que la entrega de kits sea presencial en las escuelas.

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En plena cuarentena y sin transporte público, muchas familias deben cruzar ciudades enteras para acceder al derecho de tener una bolsa con leche, poroto y bananas.

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