El hambre no espera

El fantasma del hambre recorre pueblos indígenas y asentamientos. A un mes de la cuarentena, los subsidios no llegan.

Para engañar al estómago, hay madres que hacen dormir a sus niños. La crisis de la covid-19 empeoró las cosas para más de millón y medio de personas que viven en la pobreza y arriesga a otras que se quedaron sin ingresos. A un mes de la cuarentena, el subsidio alimentario no llegó a todas la familias. En algunas comunidades indígenas y asentamientos urbanos, el hambre llegó primero.

Lavarse las manos salva vidas. Pero en la comunidad Armonía de Tte. Irala Fernández del Chaco paraguayo, 160 familias del Pueblo Enlhet Norte dependen de la lluvia para hacerlo. No tienen agua. Tampoco trabajo desde que el gobierno impuso la cuarentena total contra la covid-19. Cándido Vinz, de 44 años, se ganaba la vida como motosierrista hasta fines de marzo. Ahora no tiene con qué mantener a su familia.

«Me fui a buscar charáta para comer un poco de carne. Todos están en esa situación, hay otras comunidades donde comen tuna (…) La gente se mantiene con la solidaridad. Si uno tiene poco, come poco. Se come una sola vez al día».

Imagen

El Instituto Paraguayo del Indígena (Indi) se desentiende de ellos al igual que la gobernación de Presidente Hayes. La Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) prometió víveres después de Semana Santa. Hasta el miércoles 15 de abril, la ayuda no había llegado.

Tampoco llegó al asentamiento Carmen Soler de Limpio, Central, donde la mayoría de las 234 familias depende del trabajo informal. Alicia Gómez, 30, licenciada en Relaciones Internacionales, vendía sándwiches de milanesas antes de la cuarentena. Aunque está desempleada, tiene un trabajo vital: gestionar la olla popular que da de comer a más de 300 niñas y niños de su comunidad.

Imagen

«La solidaridad de la gente es lo que nos mantiene y le da de comer a los niños del barrio. La comida que les damos en el día es su única comida. Una señora me decía: “yo le hago dormir temprano a mi hijo porque no tengo qué darle de comer”. El sueño es el alimento diario de ellos. Le llenás la panza con dormir. Eso no tendría que ser así».

La transferencia monetaria del Gobierno tampoco llegó a Dominga Céspedes, 60, que trabajaba como ganchera en el vertedero Cateura. Casi 600 personas que dependen de la basura quedaron sin sustento desde el inicio de la cuarentena. Dominga dice que todavía no pasa hambre.

Imagen

«Quiero respetar la cuarentena, más que nada porque mezquino mi trabajo, no quiero que se cierre Cateura porque alguien se enferme ahí. Mi miedo es ese (…) La gente está desesperada, está por ir nomás ya a trabajar. Pero vamos a esperar (…) Somos demasiadas personas las que trabajamos ahí».

También en el Bañado Sur de Asunción, César Fleitas se las arregla como puede. Tiene 27 años. Era gestor para un estudio jurídico antes de la pandemia, pero ahora todo está parado.

Imagen

«Como soy trabajador independiente y dependo de mi productividad del día, esto afecta mi ingreso. Vivo con dos personas mayores que tienen una despensa pequeña, la cual también tiene problemas por la falta de circulación de dinero en el barrio»

En el asentamiento Marina Kue de Curuguaty, Canindeyú, tampoco hay dinero. Las 120 familias que viven allí cumplen con quedarse en casa y por ahora aguantan gracias a lo que producen en sus chacras. Como Dolores López, 30, madre de dos niños.

Imagen

«Gracias a dios todavía no nos falta qué comer. Acá somos muchos, somos pobres, pero tenemos gallinas, mandioca, maíz, poroto (…) Si pasa más tiempo va a estar más difícil y ya tenemos que ver qué hacer».

Mas testimonios en primera persona

Relatos de como vive la pandemia la clase trabajadora

Con hambre no se puede estudiar

Cinco madres y estudiantes relatan lo que pasan con los kits alimentarios del MEC por la cuarentena por el coronavirus.

En la primera línea de defensa contra el coronavirus

Médicas y médicos relatan cómo se vive la crisis de la pandemia desde adentro.

Niños y niñas tienen algo que decir sobre la cuarentena

Niños y niñas cuentan en primera persona cómo estudian desde sus casas por la pandemia del coronavirus