Fotorreportaje

Cómo es trabajar en una de las ciudades más calientes de Sudamérica

Deliverys arriesgan su salud haciendo repartos en la capital de Paraguay, donde las islas de calor se multiplican al ritmo de la construcción de edificios que no se adaptan al clima.

Elisa Marecos & Sandino Flecha

Delivery sigue su recorrido al mediodía sobre la avenida Eusebio Ayala, una de las principales de Asunción. Según hallazgos de una investigación de El Surti sobre el impacto del calor en el trabajo, en ese horario se exponen a calor considerado de alto y extremo riesgo para la salud.

Afuera la temperatura puede alcanzar  40° C, lo que convierte cualquier trabajo al aire libre en una amenaza  a la salud humana en el Gran Asunción. Pero repartidores y repartidoras no tienen opción de parar. La mayor cantidad de pedidos se registra al mediodía, en uno de los horarios de mayor calor. Necesitan esos ingresos, que con suerte superan el salario mínimo, para costearse la vida. 

Árboles que den sombra, paradas de descanso y plazas podrían aliviar los efectos de las altas temperaturas, la radiación excesiva y la humedad. Sin embargo, estas soluciones escasean en ciudades a contramano de las recomendaciones para enfrentar fenómenos climáticos extremos que ya están ocurriendo, como olas de calor más frecuentes.  

El resultado de todo esto se puede ver en la siguiente serie fotográfica. Las imágenes de Elisa Marecos Saldívar y Sandino Flecha son una evidencia más en la cobertura sobre el impacto del calor en el trabajo. Ilustran los testimonios de deliverys, que hablan de una ciudad tan implacable como el sol de verano, y sirven de denuncia. Así como la crisis climática tiene responsables, también la falta de adaptación de nuestras ciudades. En el horizonte asunceno se vislumbran edificios altos del sector inmobiliario cuyos ventanales funcionan como lupas reflectoras sobre avenidas desprovistas de sombra. Entre 2021 y 2022, la Municipalidad de Asunción habilitó un promedio de dos estaciones de combustible por mes. A la fecha, hay más gasolineras que plazas. 

Las imágenes también son prueba de la resiliencia de estos trabajadores. De forma intuitiva ponen en práctica formas de protegerse del sol que se recomiendan, como el uso de ropa que cubra la piel de los brazos. Toman agua que logran comprar, aunque no sea en la cantidad suficiente para evitar estrés térmico. Y más allá de estos gestos de cuidado individual, se organizan en colectivo. Desde el sindicato que los aglutina, exigen mejor paga para trabajar menos horas, seguridad y puntos de hidratación para enfrentar un calor que hace tiempo dejó de ser normal.

Las condiciones precarizadas de los repartidores son conocidas, pero no así cómo el calor impacta de forma negativa en su productividad. Según la OIT, este impacto será tal vez la peor consecuencia económica de la crisis climática.

 

Con más de 24° C, la productividad de un trabajador o trabajadora comienza a disminuir. Con más de 33 grados, en trabajos moderados, se pierde un 50% de capacidad. Los repartidores relatan que no pueden parar porque sus ingresos bajan.

 

Al consultar a las principales ciudades de Paraguay sobre sus planes de adaptación, solo Luque y Encarnación respondieron que tienen ciertas previsiones. La Municipalidad de Asunción no respondió.

 

Deliverys sufren sudoración excesiva, mareos y dolores de cabeza con las altas temperaturas, síntomas coincidentes con estrés térmico, cuando el cuerpo pierde la capacidad de termorregulación. Una repartidora llegó a desvanecerse sobre la moto en marcha. Culpa al calor.

 

Repartidores señalan al centro histórico de Asunción y las grandes avenidas como las zonas más calientes en sus recorridos.

 

Un delivery duerme en una parada de bus siendo las 10.30 hs. Trabajan en promedio ocho a 12 horas al día, incluso 14. Reclaman la falta de espacios para descansar y resguardarse del calor.

 

Beatriz González Miers (40) trabaja desde hace más de diez años como delivery. Dice que el sol afecta la vista, y que el calor la desconcentra al manejar. Varias veces se ve obligada a parar para secar el sudor que empaña sus anteojos y poder continuar.

 

Las altas temperaturas no solo afectan la salud. Los repartidores arriesgan su seguridad buscando alivio. Varios deliverys del estudio admitieron haber cruzado semáforos en rojo por no poder tolerar el calor.

 

El índice de temperatura del bulbo húmedo es una manera de medir el impacto del calor en la salud con datos de radiación, temperatura, humedad y velocidad del viento. Medimos este índice en siete días de recorrido con deliverys voluntarios para nuestro estudio. En cinco, encontramos que se expusieron a riesgo alto y extremo por calor.

 

Elisa Barrios (44) trabaja para la plataforma Pedidos Ya, una de las empresas líderes en gestión de repartos en Latinoamérica. Desde la oficina en Paraguay aseguran que planean ampliar las “zonas de hidratación” en las ciudades.

 

Los repartidores deben autogestionarse las herramientas de trabajo. A pesar de la inseguridad de su oficio y el desgaste, no cuentan con seguridad social. El 55% de fallecidos en siniestros de tránsito son motociclistas.

 

Deliverys toman un descanso y se hidratan como pueden entre recorridos, a riesgo de perder ingresos.

 

Marcos Maidana (33) se arregla una manga protectora del sol antes de iniciar otro recorrido. Los deliverys se cuidan como pueden, pero con poca orientación especializada para su labor.

 

En el estudio registramos valores altos de radiación solar. Para el fisiólogo ambiental Andreas Flouris, estos valores más las temperaturas por encima de 37° C explican varios de los síntomas reportados por los repartidores. “Imagina que te esté soplando un secador de pelo por la cara. No te sentirás bien”, dice.

 

Los repartidores se aglutinan en el Sindicato de Trabajadores en Moto y Afine (SINACTRAM). Beatriz González es parte y desde allí reclama, junto a sus compañeros y compañeras, paradas de descanso e hidratación en toda la ciudad.

Este calor no es normal

Reportajes sobre cómo el cambio climático afecta el trabajo y la salud

Un experimento con repartidores en el Gran Asunción, una de las zonas más calientes de América Latina, revela problemas de salud y seguridad por el aumento de temperaturas agravado por la crisis climática.
Pobladores del barrio Jara y barrio General Díaz repiten una imagen cuando hablan de la invasión de estaciones de combustible en Asunción. Las imaginan explotando.
La dictadura estronista contribuyó a la crisis climática con un modelo de desarrollo que necesita mucha tierra, poca gente y ningún árbol. En democracia, esto no cambió. Al contrario, se potenció. Lo demostramos en esta línea de tiempo.

Investigación en alianza con el Pulitzer Center

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Fotorreportaje: Elisa Marecos & Sandino Flecha · Edición de textos: Jazmín Acuña & Josué Congo · Edición Fotográfica: Alejandro Valdez Sanabria