Oligarquía

«La ANR sigue dando preferencia a lo político-ideológico, aunque eso no signifique ninguna ventaja económica para el país»

El economista Fernando Masi apunta a la «inercia conservadora» del partido de gobierno en sus relaciones con Taiwán. Un conservadurismo que también se expresa en una política exterior alineada a Brasil.

Reportaje Romina Cáceres · Edición Jazmín Acuña · Ilustración Naoko Okamoto & Jazmín Troche ·

Paraguay es el único país de Sudamérica que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, lo que le impide establecer relaciones bilaterales con China. A pesar de eso, China es el principal origen de las importaciones del país (30% en 2021) «pero nosotros no podemos colocar ni un solo producto de forma directa ahí», dice el economista Fernando Masi, director del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep) en entrevista con El Surti. El histórico apoyo a Taipéi estuvo bajo la lupa en las elecciones generales, con posturas antagónicas entre los principales candidatos: por un lado, Efraín Alegre, de la Concertación opositora, que prometía romper con Taiwán para potenciar las exportaciones de carne y soja a China; y por el otro, Santiago Peña del gobernante Partido Colorado que prometía mantener los lazos intactos, al tiempo de asegurar a ganaderos de la Asociación Rural del Paraguay (ARP) que trabajaría por «la apertura de China a la carne paraguaya», ante la creciente demanda de este sector para vender a ese mercado. Ya como presidente electo, Peña ratificó su posición respecto a Taiwán y adelantó que restablecerá las relaciones con Venezuela.

«El Partido Colorado sigue dando preferencia al aspecto político-ideológico, aunque eso no signifique ninguna ventaja económica para el país. Hay como una inercia muy conservadora en su política exterior», reflexiona Masi. Sin embargo, observa que el próximo gobierno no se podrá desligar de la cuestión Taiwán o China, hoy la segunda economía más grande del mundo. «Los productores primarios también tienen mucha fuerza dentro del partido de gobierno. Tarde o temprano las relaciones con China se van a imponer, no solo desde el punto de vista de la ventaja económica, sino porque no podemos no tener relaciones con una potencia económica por largo tiempo. Es lo mismo que no tengamos relaciones con países de la Unión Europea, Estados Unidos, Japón o Corea», dice.

Sobre la promesa en campaña a los ganaderos, el economista recuerda que ya durante el gobierno de Horacio Cartes, el ministro de Industria, Gustavo Leite, había anunciado la instalación de una oficina comercial en Hong Kong -región administrativa especial de China- y no funcionó. «La política china es muy clara», remarca. Bajo el principio de «Una sola China», Pekín rechaza establecer relaciones diplomáticas con aquellos estados que reconozcan a Taiwán, que se redujeron a 13 hasta mayo de 2023. Masi reitera que esta política se hace tangible en el hecho que China sea hoy el principal socio de Paraguay en términos de importación, sobre todo de insumos y bienes de capital para la agroindustria, sin que ningún producto de origen paraguayo pueda llegar a ese mercado, salvo de manera indirecta.

«Una de las formas indirectas -de llegar a China, explica el investigador- es la siguiente: Paraguay está vendiendo muchísima soja a la Argentina hace siete u ocho años. Europa sólo participa con el 5 a 6% de las exportaciones de Paraguay, antes participaba con 22%; todo se fue a Argentina. ¿Por qué? Porque en Argentina también están ADM y Cargill, como acá, pero tienen más economía de escala, subsidio energético, y, por lo tanto, mejores precios de lo que pueden ofrecer acá para convertir la soja en aceite. Y como Argentina es el productor de aceite de soja más grande del mundo, y su mercado principal es China, esa es una forma de que la soja paraguaya llegue a China pero más elaborada».

En cuanto al factor Washington en esta ecuación, el economista coincide con otros analistas respecto a que Paraguay es un aliado estratégico. «Estados Unidos tiene un peso específico sobre Paraguay que no tiene en otros países acá de la región, hay que ser claros también en eso», dice. Un ejemplo de esto fueron las designaciones de corruptos significativos y sanciones financieras en el último año contra el expresidente Horacio Cartes y el vicepresidente Hugo Velázquez, ambos del Partido Colorado, con repercusiones directas en el proceso electoral -la ANR no pudo sacar préstamos por el bloqueo a Cartes y Velázquez tuvo que descabalgar de su precandidatura en las internas-, si bien al final el candidato de Cartes (Peña) resultó victorioso en las elecciones del 30 de abril.

«En estos momentos hay una especie de inicio de Guerra Fría entre Estados Unidos y China, pero la interdependencia económica todavía es muy fuerte entre ambos y eso aún va a seguir por mucho tiempo. Creo que la posición de Estados Unidos es cada vez más clara respecto a que hay que reducir la influencia de China en el mundo y en particular en los países del hemisferio occidental. Lo único que nos falta a los países latinoamericanos es que nos convirtamos en un centro de la lucha geopolítica o la lucha económica de China-Estados Unidos. Eso es algo que tenemos que evitar», señala.

Mercosur: El retorno del poder blando de Lula y el continuismo colorado alineado a Brasil

Para Masi, lo más difícil e importante de la agenda bilateral de Paraguay con Brasil es la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, el instrumento legal que dio origen hace 50 años a la hidroeléctrica binacional, en la que ambos países son socios en partes iguales. Con una potencia instalada de 14 GW, Itaipú es la segunda hidroeléctrica más grande del mundo después de la china Tres Gargantas y es una de las mayores generadoras de energía renovable del mundo. Brasil utiliza la mayor parte de la energía producida y Paraguay le cede (vende) sus excedentes.

El presidente electo, Santiago Peña, se reunió este martes con el presidente brasileño, Lula da Silva, en el Palacio de Planalto de Brasilia. Declaró a medios que intentarán llegar a un acuerdo rápido respecto a Itaipú, aprovechando la predisposición de Lula. Peña, que aún no fue proclamado presidente por la Justicia Electoral, debe asumir el gobierno el 15 de agosto, dos días después de que se cumpla el plazo de 50 años para la revisión del Anexo C.

«Hay que tener en cuenta que un gobierno de Lula ejerce un poder hegemónico blando. Ya lo hizo en sus dos gobiernos anteriores (2003-2011), donde Paraguay pudo arrancar concesiones tanto en relación con Itaipú, como en otros aspectos respecto a su posición en el Mercosur», dice. En 2009, durante su segundo mandato y con Fernando Lugo en la presidencia de Paraguay, Brasil aceptó triplicar la compensación a nuestro país por la cesión de la energía de Itaipú que no utiliza, lo que se tradujo en un ingreso anual de al menos 360 millones de dólares.

Pero en aquel entonces, recuerda Masi, «Paraguay tuvo también una política exterior un poco más autónoma con respecto a Brasil, a diferencia de su política exterior tradicional muy alineada a Brasil, que venía de la época de los militares (se refiere a las dictaduras en ambos países). Acá con el Partido Colorado se tarda mucho en cambiar nuestra política exterior con los vecinos, cuando ya los vecinos pasaron a un estadio democrático». Observa que esa misma inercia conservadora se dio durante los gobiernos de Horacio Cartes y el actual de Mario Abdo Benítez -que incluso estuvo al borde del juicio político por un acuerdo para ceder el 50% de la energía más barata de Itaipú que correspondía a Paraguay-, que no dieron continuidad a la agenda del acuerdo Lula-Lugo de 2009 cuando pudieron haber negociado más beneficios para el país.

Pero además de Itaipú, para el economista existe otro aspecto que el próximo gobierno debe encarar seriamente con el país vecino: el crimen organizado y el narcotráfico. Considera que Brasil tiene mucho que hacer al respecto, al recordar que es el principal comprador de la marihuana que se produce aquí y que facciones criminales brasileñas como el PCC, además de comandar el norte del país, es uno de los principales gestores de la ruta de la cocaína en el Cono Sur. Explica que esto no sólo infecta la política (lo que llamamos “narcopolítica”) sino también la economía de Paraguay, un estado que no tiene la misma capacidad de Brasil para combatir estos problemas.

«Cuando hablamos de la economía formal nos referimos a aquella donde las empresas pagan IPS y los impuestos respectivos; y economía informal es aquella que no cumple ninguna de estas dos condiciones. Ahora, tanto en la economía formal, como informal, estamos hablando de trabajos que contribuyen al ingreso de una persona, pero que no tienen un carácter delictivo, que es la diferencia con el crimen organizado y el narcotráfico. Mientras no tengamos leyes para que se pueda producir y comercializar libremente la marihuana en Paraguay, por ejemplo, estas operaciones están dentro de la economía delictiva, que además puede tener un peso mayor en términos de valor económico que la propia economía informal, y detrás de eso está todo el problema de la seguridad», refiere.

Sobre Argentina, Masi recuerda que es el principal comprador de soja en grano desde hace un tiempo, pero más allá de ese comercio, la agenda bilateral económica es otra respecto a la compartida con Brasil: la hidroeléctrica binacional Yacyretá y la navegabilidad de los ríos Paraguay y Paraná. Sobre este último punto, el Congreso paraguayo tiene pendiente aprobar un acuerdo con EE.UU. para que el Cuerpo de Ingenieros estadounidense apoye la elaboración de un plan maestro de navegabilidad del río Paraguay, reflotando un proyecto rechazado en 2019 debido a protestas del gobierno argentino. Paraguay, un país sin litoral marítimo, transporta 85% de su comercio a través de la hidrovía y tiene la mayor flota de los cinco países que integran la autopista fluvial.

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