Futuros

Hidrógeno verde en Paraguay: O todo lo que Julio Verne ni siquiera se atrevió a soñar

La disputa por la energía de Itaipú, la mayor generadora de electricidad renovable del mundo, es el telón de fondo del «combustible del porvenir» que imaginó el escritor.

Reportaje Romina Cáceres · Edición Jazmín Acuña & Maximiliano Manzoni · Ilustración Lorena Barrios, Willyam Matsumoto, Naoko Okamoto & Jazmín Troche ·

Hace 150 años, los náufragos de La Isla Misteriosa imaginaban un escenario de crisis energética a la que se enfrentaría la humanidad si se agotaba el carbón, por entonces, «el más precioso de los minerales» que movía la economía. El líder de los fugitivos de la Guerra de Secesión, Cyrus Smith, tranquilizaba a sus compañeros con la idea de un combustible del futuro que reemplazaría al carbón:

— «Creo que el agua se usará un día como combustible, que el hidrógeno y oxígeno que la constituyen, utilizados aislada y simultáneamente, producirán una fuente de calor y de luz inagotable y de una intensidad mayor que la del carbón».

En su novela de 1874, Julio Verne imaginaba que ese combustible se extraería del agua «descompuesta por la electricidad», principio de la electrólisis del agua descubierta en 1800. El escritor anticipaba lo que hoy conocemos como hidrógeno verde, gas que se obtiene por medio de la electrólisis, un proceso que descompone la molécula de agua en sus átomos de hidrógeno y oxígeno usando corriente eléctrica.

Si bien el hidrógeno es incoloro, se habla de colores para designar qué tan contaminante es su producción. Se dice que es verde cuando el proceso utiliza electricidad renovable como la que abunda en Paraguay, la hidroeléctrica. Verne quizá se sorprendería de la trastienda del hidrógeno en este país, una suerte de isla misteriosa con los excedentes de energía renovable más baratos de la región y bajos impuestos. Este cóctel —sumado a la necesidad global de mitigar emisiones a través de una transición energética— atrae a empresas extranjeras como la petrolera británica President Energy que, a través de su empresa Atome Energy, fue la primera que logró un contrato con la ANDE en 2022 para su proyecto de 420 MW. Su trayectoria en el país incluye un fallido hallazgo de petróleo en el Chaco, un escándalo de conflicto de intereses en el gobierno de Horacio Cartes y puertas giratorias, entre ellos el caso del exdirector de Itaipú, James Spalding, hoy responsable local de Atome.

Especialistas advierten que este tipo de acuerdos con empresas extranjeras se cierran en ausencia de una estrategia nacional con miras a renegociar Itaipú a mediados de 2023, la represa hidroeléctrica de 14 GW —la segunda más grande del mundo— donde Brasil y Paraguay son socios 50/50. A esto se suma la preocupación sobre el impacto del cambio climático en la producción y consumo de la energía hidroeléctrica, susceptible de por sí a eventos climáticos extremos como sequías más prolongadas y olas de calor, tal como ya sucedió en 2021.

Hay muchas fichas puestas en esta innovación, con la expectativa de que sustituya o disminuya el uso de combustibles fósiles en ciertos sectores de la industria, energía y transporte. En este último, los vehículos de pila de combustible en el mercado podrían materializar el sueño de Verne. Un automóvil con esta tecnología utiliza el hidrógeno para generar electricidad y así mover el vehículo, dejando como residuo vapor de agua. Sus estaciones de recarga se ven como cualquier gasolinera, con dispensadores que tienen dos mangueras para suministrar el gas de hidrógeno a presiones diferentes para vehículos pesados (350 bar) y livianos (700 bar). 

Pero, aunque se le presenta como «energía del futuro» baja en emisiones de carbono, hay controversias sobre su producción, que van desde la electricidad y la cantidad de agua que usa hasta la energía que se pierde en el proceso. Y en Paraguay, los cuestionamientos se extienden al historial de los inversores, ligados a la industria de combustibles fósiles.

Del Chaco a Itaipú: Cómo una petrolera tiene en la mira a la mayor hidroeléctrica generadora de energía renovable del mundo

Cuando en 2013 el expresidente liberal Federico Franco anunció que Paraguay se bañaría en petróleo, President Energy había comenzado sus operaciones en el Chaco paraguayo, región que representa 25% del Gran Chaco Americano. La petrolera -que también opera en Argentina- anunció el hallazgo de un yacimiento en el bloque Pirity del departamento de Boquerón el 20 octubre de 2014, ya durante el gobierno del colorado Cartes, que entonces soportaba fuertes críticas por el asesinato del periodista Pablo Medina, ocurrido cuatro días antes. La conmoción local no afectó a los mercados y la empresa subió sus acciones en la bolsa de Londres.

Una serie de eventos desafortunados sucedieron meses después. A inicios de enero de 2015, el ministro de Obras Públicas Ramón Jiménez Gaona decía que President Energy no había remitido los resultados de las pruebas para determinar si el yacimiento era rentable. A esas alturas, la compañía había cerrado el pozo alegando «problemas técnicos insolubles» y el viceministro de Energía, Emilio Buongermini, que acompañó el proceso, fue reemplazado. Un año después, Buongermini trabajaba para la empresa, en otro caso de puerta giratoria de exfuncionarios del gobierno de Cartes.

La petrolera también estuvo envuelta en un escándalo de conflicto de intereses durante el gobierno cartista. En 2014, compró la empresa LCH SA donde uno de los accionistas era Juan Carlos López Moreira, entonces jefe de gabinete civil de Cartes -y coordinador de Política Energética desde 2016-. Como parte de pago, López Moreira recibió acciones en President Energy, convirtiéndose así en accionista de una concesionaria del Estado. Senadores intentaron interpelarlo, pero no lo lograron.

Casi una década después, la empresa suspendió las exploraciones en Boquerón con mucho menos ruido que cuando había llegado al país. Y su presidente, Peter Levine, puso punto final a las especulaciones sobre aquel hallazgo en el Chaco: «No encontramos petróleo comercial». Lo dijo durante su visita al país en un foro de inversiones en 2022, donde presentó la nueva apuesta de la petrolera: Atome Energy.

Atome fue constituida por President Energy a inicios de 2021 en Reino Unido para la producción de hidrógeno y amoniaco verde, y se independizó de la matriz el mismo año para cotizar en la Bolsa de Londres. A marzo de 2023, tiene proyectos que totalizan juntos más de 620 MW en Paraguay -el mayor con 420 MW-, Islandia y Costa Rica. En comunicados oficiales, Atome destaca entre sus accionistas a su presidente Levine y a Trafigura, una de las empresas de logística y comercio de commodities más grandes del mundo, que tiene los combustibles Puma en el país -y es la mayor proveedora del Estado paraguayo-. Otros accionistas también operan en el rubro de petróleo y gas.

La subsidiaria de Atome en Paraguay tiene de presidente a James Spalding, según destaca la compañía en una presentación de febrero. En el sitio Web corporativo también figura como accionista junto a otros directores, entre ellos Levine. Spalding fue director general paraguayo de Itaipú durante el gobierno de Cartes entre 2013 y 2018, con una trayectoria que incluye los cargos de ministro de Hacienda y presidente de Petropar. Es otro caso significativo de puerta giratoria en el grupo empresarial, que se suma al del exviceministro Buongermini. 

El proyecto de Atome en el país demandará 420 MW. La empresa suscribió en 2022 un contrato con la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) de 60 MW ampliable para su planta en Villeta. La segunda fase involucra al Parque Tecnológico Itaipú (PTI), que planea crear una zona económica de bajo carbono. Los acuerdos fueron muy promocionados por la Embajada Británica en Asunción, que destacó en comunicados que la futura producción «sería un gran logro a nivel bilateral, con el Reino Unido brindando sus conocimientos, y Paraguay brindando su energía limpia de Itaipú».

Otras empresas también están interesadas en producir hidrógeno verde en el país, entre ellas la canadiense Neogreen Hydrogen, que firmó un contrato con la ANDE el 31 de enero de 2023 para la provisión inicial de 75 MW, ampliable a 300 MW. Mientras que unas 15 firmas europeas también expresaron su interés en desembarcar en el condominio empresarial del PTI. 

La abundancia de electricidad renovable barata y bajos impuestos que atraen a empresas extranjeras

La hidroeléctrica de Itaipú de 14 GW que comparten Brasil y Paraguay sobre el río Paraná es, según la entifad, la mayor generadora de energía renovable del mundo. Hasta febrero de 2023, produjo más de 2.910 millones de megavatios hora (MWh) desde que comenzó a operar en 1984. En su sitio Web afirman que solo la generación diaria de la central evita la emisión de 87 millones de toneladas de dióxido de carbono, si reemplazara al carbón.

Si bien Paraguay tiene una matriz de generación eléctrica casi 100% renovable por las hidroeléctricas, depende en gran medida de derivados del petróleo netamente importados. La electricidad que produce es la energía que menos usa, exportando gran parte a Brasil y Argentina, sus socios en las centrales de Itaipú y Yacyretá.

El excedente energético paraguayo, sobre todo en Itaipú, ha atraído una oleada de proyectos electrointensivos en la última década, como la criptominería y ahora el hidrógeno. Atome Energy dice en su sitio Web que eligió Paraguay por «la abundancia de electricidad renovable que ofrece el potencial para una de las producciones de hidrógeno verde más baratas del mundo».

Y los impuestos bajos.

Pero para que sea rentable, no basta con que la electricidad sea abundante y barata. El investigador Guillermo Achucarro, máster en Hidrología, dice que una característica que diferencia a Paraguay es la energía constante.

«Constante significa que acá la energía hidroeléctrica que se genera a partir de las represas se produce sin parar. Hay un mínimo, que es la famosa “energía garantizada”, que sí o sí va a producir electricidad. Claro, hoy en día como consecuencia del cambio climático eso está disminuyendo», explica.

La generación hidroeléctrica en sí depende del medio natural, por lo que es muy susceptible a las sequías. Según el Viceministerio de Energía, en 2021 la producción para generar electricidad tuvo una caída del 11,2% debido a la bajante del río Paraná, que registró su peor sequía en casi 80 años. El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático señala que, en un contexto de cambio climático, las sequías y olas de calor son los eventos extremos que afectarán más al sector de energía, en la generación y el alto consumo, que sobrecarga la red eléctrica.

Atome destaca también como ventaja de Paraguay su «próspero sector agrícola» con productos como la soja y la carne. Observa que existe una importante demanda interna de fertilizantes que se importan en su totalidad. El amoníaco, un compuesto del nitrógeno que se utiliza como fertilizante, se puede producir a partir del hidrógeno verde y es otro de los objetivos de la empresa. Apunta a exportar al Mercosur, sobre todo a Brasil, uno de los mayores importadores de fertilizantes. Un factor estratégico para esto es el acceso a la hidrovía Paraguay-Paraná, que transporta 85% de las exportaciones paraguayas, principalmente soja.

De acuerdo a la compañía, la fase 2 de su proyecto tendrá capacidad para suministrar hasta 360.000 toneladas al año de lo que se conoce como «amoníaco verde» y estará en funcionamiento en 2027. Para el ministro de Agricultura y Ganadería, Moisés Bertoni, este desarrollo podría hacer frente a los elevados costos de fertilizantes que aumentan los costos de producción en el país. «Tenemos industrias que van a transformar la energía eléctrica en hidrógeno verde, eso da también amonio que nos puede permitir tener producción local de nitrógeno (para fertilizantes)», dijo al periodista Maximiliano Manzoni durante la COP27 de Egipto.

La empresa también cita el hecho de que Paraguay es un importador de derivados de petróleo, sin ferrocarril y dependiente en gran medida del transporte terrestre y transporte fluvial de mercaderías, como otros atractivos del país. Su división Atome Mobility está destinada a estos dos sectores, considerados difíciles de descarbonizar. Para eso, trabajará con la cementera de ConcretMix y la concesionaria Automotor. En una primera etapa, suministrará hidrógeno verde a un máximo de 12 camiones pesados en el área metropolitana de Asunción.

El proyecto de Atome se alinea con la propuesta Hacia la ruta del hidrógeno verde del Viceministerio de Energía para incentivar el desarrollo de esta tecnología, sobre todo en el sector del transporte, y una «economía del hidrógeno» en torno a ella.  Según un informe del Columbia Center para el Ministerio de Hacienda, la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero por el uso de energía en el país provienen del consumo de combustibles fósiles en el transporte, teniendo en cuenta que casi toda la electricidad se genera con energía hidroeléctrica. Detalla que esto representa 67% de las emisiones por uso de energía, «uno de los porcentajes más altos por lejos no sólo en Sudamérica sino también a nivel mundial».

Las críticas al hidrógeno verde como respuesta a la crisis climática

La Agencia Internacional de Energía (AIE) estimó en 2019 que la producción mundial de hidrógeno ascendía a 70 millones de toneladas. Si bien el uso de H2 no emite dióxido de carbono, su producción sí porque casi la totalidad proviene del gas y carbón fósiles. En su informe sobre el hidrógeno para América Latina, la AIE estima que la industria latinoamericana demandó en 2019 más de 4 megatoneladas de hidrógeno para refinado de petróleo, fabricación de amoníaco, metanol y acero, lo que liberó más CO2 que las emisiones de «todos los vehículos de carretera de Colombia».

Por el contrario, el hidrógeno verde que se extrae del agua vía electrólisis libera oxígeno en vez de dióxido de carbono. Su producción, sin embargo, puede no ser del todo eficiente. El informe del Columbia Center explica que para producir 1 kg de gas de hidrógeno con electrólisis se necesitan 55,7 kWh de electricidad; mientras que 1 kg de gas hidrógeno equivale sólo a 33,6 kWh. Señala que este kilo de hidrógeno «es aproximadamente lo mismo que un galón de gasóleo si se compara la producción de energía, con la tecnología actual (la eficiencia podría mejorar en el futuro)». Por su parte, la organización Clean Energy Group calcula que se pierde 70% de la energía renovable invertida en producir hidrógeno verde a lo largo de su ciclo de producción y uso.

La ingeniera Mercedes Canese, exviceministra de Minas y Energía, dice que la conversión de electricidad en hidrógeno y viceversa es ineficiente. Sostiene que generar hidroelectricidad de una fuente renovable para luego convertirla en hidrógeno no tiene sentido, sobre todo en un contexto en el que necesitamos ahorrar energía.

La experta considera que el hidrógeno sería verde si se produjera con paneles solares en el Chaco porque se aprovecharía una energía nueva como la solar y no la hidroelectricidad que ya está en uso. Agrega que una medida que también sería eficiente es el transporte público eléctrico. «La electricidad es muy eficiente para fuerza y luz, ahí ganamos un ahorro energético, que a su vez reduce los gases de efecto invernadero. Los combustibles, sean fósiles o biocombustibles, son buenos para la generación de calor».

La AIE señala que el hidrógeno de bajas emisiones de carbono en América Latina puede sustituir el uso de combustibles fósiles en sectores de la industria y el transporte que no son compatibles con la electrificación directa, como la fabricación de acero o el transporte marítimo. Otras posibles aplicaciones en la región incluyen los vehículos de pila de combustible, para lo cual se deben desarrollar rigurosas normas de seguridad e infraestructura previa para incentivar la adopción de esta tecnología; y el almacenamiento de energía a largo plazo.

El doctor (PhD) en Energía Victorio Oxilia Dávalos, investigador y docente, explica que el hidrógeno es un vector energético –no una fuente de energía- porque tiene la capacidad de almacenar energía de manera muy eficiente. Esto hace que se lo considere como una «batería», bastante eficaz para medios de transporte que requieran mucha potencia o autonomía, donde el peso es un factor determinante. Cita de ejemplo las baterías en estado sólido, como las de iones de litio que son muy pesadas.

El hidrógeno verde es una de las llamadas tecnologías de bajas emisiones en carbono, que se presenta como otra de las medidas de mitigación de la crisis climática para alcanzar el cero neto en 2050; esto es, reducir emisiones de gases de efecto invernadero hasta que sean casi nulas para que el planeta siga siendo habitable.Pero hay quienes consideran que estas medidas sólo trasladan el problema para mañana. En un artículo crítico al cero neto, los científicos James Dyke, Robert Watson & Wolfgang Knorr, sostienen que las tecnologías bajas en carbono tendrían que utilizarse como último recurso: «La única manera de mantener a la humanidad a salvo es la reducción radical, inmediata y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero de una manera socialmente justa».

Mientras, los gobiernos redoblan la apuesta a estas tecnologías. España, Francia, Portugal y Alemania construirán un corredor (hidroducto) de hidrógeno verde, en un intento por librarse de la dependencia del gas de Rusia en medio de la guerra en Ucrania. En la región, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay también avanzan en estrategias de hidrógeno verde para reducir sus emisiones.

Según Bloomberg, las grandes compañías petroleras lideran la inversión en estas tecnologías como parte de la transición energética en la industria del petróleo y gas. El caso de President Energy se inserta en esta tendencia, llegando incluso a cambiar su nombre: desde octubre de 2022 se llama Molecular Energies PLC, un retoque de imagen que para algunos es lavado de imagen o greenwashing.

El investigador Achucarro cuestiona el discurso verde de «mitigar el cambio climático» de las petroleras. Considera que una alternativa de descarbonización para iniciar una transición climática y energética justa debe contemplar políticas: reforma agraria que permita restaurar los ecosistemas, reforma tributaria que permita hacer esa reforma agraria, soberanía energética y soberanía alimentaria.

«Tenemos que recordar que el excedente energético de nuestro país tiene un límite de 15 a 20 años más», advierte. En su evaluación del sector energético, el Columbia Center señala que la ANDE proyecta que el pico de consumo de electricidad superará el pico de suministro en 2036; mientras que el Instituto de Profesionales del Sector Eléctrico del Paraguay (IPPSE) estima que el déficit se adelantará hacia 2030.

La Agencia Internacional de Energía calcula que, si toda la producción mundial de hidrógeno -estimada en 70 millones de t- se hiciera a través de electrólisis, demandaría unos 3.600 teravatio-hora (TWh) al año, lo que representa más que la generación anual de electricidad de la Unión Europea.

Además de electricidad, la electrólisis requiere agua. Según la AIE, se necesitan unos 9 litros de agua para producir 1 kilogramo de hidrógeno, lo que genera un subproducto de 8 kg de oxígeno, que a menor escala puede utilizarse en el sector sanitario. Calcula que, si toda la producción de hidrógeno se hiciera por electrólisis, supondría una demanda de agua de 617 millones de metros cúbicos. Si comparamos esto último, es casi 1.200 veces más que la producción de agua potable de Essap para 2 millones de habitantes. O casi todo el consumo de la agricultura en Nigeria.

La AIE también pone el foco en que el acceso al agua puede ser un problema en zonas con estrés hídrico. El Plan Nacional de Adaptación paraguayo reconoce que la alta presión sobre los recursos hídricos, agravada por el cambio climático, ya está generando conflictos por el agua en algunas zonas del país, como la cuenca del río Tebicuary. Mirando la región, encontramos que en Uruguay surgieron cuestionamientos sobre un proyecto de hidrógeno verde por el uso de agua subterránea para la electrólisis, lo que podría afectar el Acuífero Guaraní. Mientras el río Paraguay atravesaba una bajante crítica por la sequía a principios de 2023, Atome concretaba la compra de 30 hectáreas por 900 mil dólares en Villeta, la ciudad portuaria a orillas del río. Una ubicación estratégica también para su conexión a la subestación Buey Rodeo de la ANDE.

¿Qué desarrollo? El contrato de electricidad de Atome con la ANDE bajo la lupa

El proyecto de hidrógeno y amoniaco verde de Atome demandará en total 420 MW, según publica la empresa. El primer contrato que concretó con la ANDE es para el suministro de 60 MW por mes a la planta de hidrógeno de Atome en Villeta a partir del 1 de enero de 2025, con posibilidad de ampliar esta potencia, según copia de contrato al que accedió El Surti vía información pública. El contrato rige desde el 3 de mayo de 2022 -cuando se firmó- hasta el 31 de diciembre de 2032, prorrogable por 10 años.

La empresa fue beneficiada con el pliego tarifario Nº 21 (decreto 6904/2017) de la ANDE en la categoría de muy alta tensión (220.000 voltios), más ventajosa que el decreto para industrias electrointensivas (7551/2017) -caracterizadas por su alto consumo eléctrico-. Atome destaca en su web que el acuerdo de compra de energía es el mayor que la ANDE ha firmado con un usuario industrial a la tarifa industrial más baja. Esto a pesar de que utilizará electrólisis para producir el hidrógeno, proceso definido como electrointensivo en el decreto 7551.

La Campaña Itaipú 2023 Causa Nacional advirtió que con esto Atome pagará 30,75 USD/MWh en vez de los 61,68 USD/MWh que pagaría si se le aplicara la tarifa para electrointensivas. El 28 de diciembre de 2022, integrantes de la campaña presentaron una nota a la Contraloría para solicitar que investigue el contrato de 60 MW. Denunciaron un potencial daño patrimonial de 117 millones de dólares a la ANDE «debido a la fijación de una tarifa eléctrica por debajo del costo».  

Puede que este cálculo se quede corto. Atome anunció el 1 de diciembre pasado que el contrato de compraventa de energía (PPA, en inglés) de 60 MW se duplicó a 120 MW por acuerdo con la ANDE, lo que le permitirá a la planta de Villeta contar con electricidad renovable «100% disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana» para producir hasta 100 mil toneladas de amoníaco verde al año. Este acuerdo, sin embargo, no ha sido publicitado por la empresa pública paraguaya, como sí ocurrió cuando se firmó el contrato inicial de 60 MW. El Surtidor intentó comunicarse con representantes de la ANDE y el representante de Atome en el país, James Spalding, pero no recibió respuesta.

La ingeniera Mercedes Canese, que integra la campaña, cuestionó que Atome se acoja a una tarifa preferencial cuando se trata de una electrointensiva, similar a la criptominería –y como tal- genera escaso empleo. Pone este ejemplo: una fábrica de cerámica que utiliza medio megavatio emplea a 200 personas y Atome, con 60 megavatios, dice que empleará a 800 personas: «Si en vez de hacer una planta de cerámica hacemos 120 con la misma cantidad de potencia de 60 MW que va a consumir una planta de hidrógeno, vamos a emplear a 24 mil trabajadores».

En contraste, la ANDE sostiene en publicaciones oficiales que la planta de Villeta implica la inversión de unos 200 millones de dólares y la creación de «aproximadamente 4.000 fuentes de trabajo de forma directa e indirecta». 

Para que la ANDE pueda llevar la electricidad a Atome, se tiene que ampliar la subestación Buey Rodeo de Villeta, construir una subestación en el predio de la planta de hidrógeno y una línea de transmisión de 220 kV que conecte ambas subestaciones.

La subestación Buey Rodeo fue inaugurada el 7 de febrero de 2022 para beneficiar a 30 mil usuarios. Su infraestructura está preparada para soportar una segunda línea de transmisión en 220 kV, según comunicado de la ANDE. Tres meses después, Atome firmó el contrato para construir esa segunda línea de transmisión.

A marzo de este año, aún no hay un proceso abierto en la Contraloría respecto a la denuncia por el contrato de Atome. La Campaña Itaipú 2023 advirtió además respecto al acuerdo con la canadiense NeoGreen para producir hidrógeno verde, a la que también se le aplicó la tarifa del pliego Nº 21 y no el decreto para electrointensivas.

Itaipú 2023: El peso de actores de presión importantes en la renegociación

En 2023 se cumplen 50 años del tratado que dio origen a la hidroeléctrica binacional Itaipú que comparten Brasil y Paraguay. Con esto, se habilita la revisión del Anexo C del tratado, una oportunidad histórica para que el país negocie las condiciones de venta de la electricidad.

Los contratos de la ANDE con empresas como Atome (120 MW) para hidrógeno verde o Pengüin (100 MW) «para la instalación de un centro de datos de alta performance» dan la pauta de que las negociaciones locales se adelantaron. La investigadora Sara Costa, magíster en Relaciones Internacionales y colaboradora de la campaña Itaipú Ñande Mba’e, dice que estos acuerdos se concretan sin una estrategia nacional que guíe las inversiones en función de un plan de desarrollo con miras a la renegociación. Y que esto beneficia a esas empresas.

«Mientras Cancillería dice que envía cartas a Brasil para adelantar las negociaciones de Itaipú para disponer de toda nuestra energía, la ANDE ya está cerrando contratos y anunciando, por ejemplo, la licitación de mil megavatios», cuestiona al observar que cada una va por su lado.

«¿Qué es lo que queda entonces para negociar en 2023?», pregunta.

Si bien se habla de un “desarrollo local” porque se va a usar la electricidad aquí y no más en Brasil, Costa advierte que el uso tiene características extractivistas, como ocurre con la tierra para la exportación de la soja. Explica que la abundancia de energía atrae a capitales extranjeros, que la usan como materia prima barata para producir algo que se venderá al extranjero, una vez más, para el lucro de una empresa foránea.

Considera que clientes grandes como Atome incidirán al menos de forma indirecta en las negociaciones de Itaipú, como pasa con la distribución de la tierra. «El 2% es dueño del 80% de la tierra y ese 2% es el que está en la ARP y en todos esos órganos que finalmente, por la cantidad de recursos que controlan, tienen más peso a la hora de incidir en las políticas».

La ingeniera Mercedes Canese coincide en la influencia que puede tener un “actor de presión importante” en las negociaciones, como ocurre en el transporte público o las telecomunicaciones.

«Tenés actores demasiado poderosos dentro del sector y el gobierno tiene muy poca capacidad de negociación y regulación. No es lo mismo tener 1.200.000 usuarios del sistema eléctrico como tiene ANDE, que tener uno solo que consume 20% de la energía», dice. Advierte que no podremos negociar mejores condiciones con estas empresas, como ocurrió en Brasil con las electrointensivas de aluminio.

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