Coronavirus

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A Guillermo Sequera no le molesta que lo llamen «zurdo» ni teme expresar ideas a contracorriente. «Mejorar el gasto público no es suficiente, necesitamos mucha más plata para la salud», asegura el epidemiólogo de la pandemia en esta entrevista.

Reportaje Jazmín Acuña · Ilustración Lorena Barrios, Noako Okamoto & Jazmín Troche ·

En la oficina que ocupa en el Ministerio de Salud hay mandarinas y frutillas de estación. Cortés, las ofrece al empezar la entrevista. «Tengo una hora», dice, y se arregla la mascarilla. Guillermo Sequera tiene poco tiempo, el epidemiólogo de 42 años que es viral en redes casi una vez por semana, ya sea por una declaración sobre el estado de la pandemia o por la emoción que desborda a quienes lo ven en algún vacunatorio. Hoy, gran parte de su atención se centra en unos gráficos que muestran, entre muchas curvas, una en particular que hace meses asciende y es motivo de pena colectiva: la de paraguayos y paraguayas que mueren por covid cada día. ¿Podemos hablar de muertes evitables? Responde que sí. 

Pero Sequera se da tiempo para pensar en el futuro. «Terminamos hablando de otra cosa», dice y se ríe. De cómo nos afecta que la ciencia gire siempre sobre países desarrollados del Norte. De cómo deberían funcionar las universidades en Paraguay y el rol de lo que llama «la élite intelectual» del país. De su convicción de que la salud debe trabajarse desde los municipios: «Salud no es sentarte a esperar a que venga el enfermo. Es salir a la calle y potenciar todo eso que hace bien tu barrio: la escuela de música, vecinos que se conocen, la canchita. Potenciar eso es más salud». De cuán preparado está el país para una próxima pandemia o qué necesitamos para estarlo. De que la discusión sobre el modelo sanitario ideal, pese a quien pese, es económica. ¿Quién paga esa salud que queremos?

Por supuesto, también hablamos de comida.

¿Jugaron en contra de la población las enfermedades de base en esta pandemia? 

Principalmente el sobrepeso y la obesidad entre los cuarentones y cincuentones. Afecciones que nunca vienen solas, la obesidad y el sobrepeso van de la mano con la diabetes y la hipertensión. Se llama síndrome metabólico y ocurre cuando la persona que tiene exceso de peso tiene problemas endocrinológicos y del metabolismo.

Se suele decir, por ejemplo, que uno tiene «principio» de diabetes. Está mal dicho pero en términos cotidianos se dice así: principio de diabetes o principio de hipertensión. Fácilmente por ponerte un poco nervioso ya te sube la presión; no debería pasar eso. O comés un poco mal y el azúcar te sube por las nubes; eso vos ni pillás. No sos todavía diabético, pero probablemente ya tenés intolerancia a la glucosa.

Y esto tienen generalmente los hombres con obesidad entre los 40 y 50 años, que luego a los 60 ya desarrollan una diabetes bien marcada. Ahí empiezan a bajar de peso, pero porque la diabetes les hace bajar de peso. Todo esto condicionó mucho la alta tasa de mortalidad por COVID19 que tuvo el país en un momento.

Lo que mencionás es también resultado de políticas públicas, ¿no?

O de la falta de políticas, eso es categórico. Paraguay no es el país con más personas obesas pero está cerca del primer puesto en la región. La obesidad y el sedentarismo infantil en nuestro país también está en vertiginoso aumento, eso nos augura un futuro de más adultos enfermos.

¿No hay normativas que regulen el consumo de alimentos azucarados o ultra-procesados?

Se intentó. Hay varias iniciativas, entre ellas la del etiquetado frontal de alimentos que son unos sellos, que casi toda la región está aplicando. Porque nadie entiende lo que dicen las etiquetas que se ponen atrás de los productos. Nadie mira o no sabe cómo valorar las calorías. Ni los médicos.

Entonces, se pueden colocar unos sellos. Funciona así: cuanto más sellos tiene un producto, es peor para la salud. Si tiene cuatro sellos, es malo. Si uno tiene dos chocolates del mismo precio, elegís el que menos sellos tiene. Esa es la lógica. En Chile se vio que tiene impacto y que la industria se acomoda para tener menos sellos y seguir entrando al mercado como un producto más saludable. Eso nomás es lo que queremos. Acá hay una iniciativa en el Congreso.

¿Y qué pasa con eso?

Hay un lobby tremendo [en contra], y a veces parece que dentro del Ministerio también.

Pero sí hay algunas cosas. Por ejemplo, en los panificados, por resolución ministerial, las panaderías tienen que manejar un contenido de sal bajo. El paraguayo consume muchísima sal. El consumo de sal recomendado por la OMS es máximo 5 gramos por día, pero nosotros hicimos una estimación hace unos años y encontramos que el paraguayo consume cerca de 15 gramos. Tres veces más de lo recomendado. Eso hace que hoy, casi la mitad de los adultos tengan hipertensión arterial.

¿Qué hay de las escuelas? ¿Cómo se cuida la alimentación de los chicos?

Hay algunas políticas de escuelas saludables. Misiones es un departamento modelo con escuelas saludables. Gran parte de las cantinas escolares de ese departamento reemplazaron productos ultra-procesados por alimentos frescos más saludables. ¿Qué hacen? Consumen productos locales, productos de temporada. Muchos de los padres que tienen alguna empresa familiar los proveen.

Tenemos estas cosas. Algunas escuelas se prenden, pero no tenemos capacidad de control. Depende mucho de las gobernaciones también.

¿Podemos hablar de muertes evitables en pandemia? 

Sí, claro. En 2020 ya tuvimos un exceso de muertes del 12 a 13% por todas las causas. Este 2021 vamos a tener mucho más, 30% a 40% más. Cuando uno no cree en el covid, debería fijarse en cuánta gente está muriendo en Paraguay. Por lo menos desde inicios de abril, muere el doble de gente que moría habitualmente en nuestro país para el mismo periodo.

El covid se te cuela en los porcentajes de muertes por otras razones: hay gente que tuvo el virus y murió de infarto al mes, a los dos meses; o hay muchas patologías que no pudieron ser atendidas porque estaba colapsando todo el sistema. Hay un montón de efectos indirectos, de muertes por otras causas vinculadas al covid, pero que también matan.

Pero ahora están bajando los números de muertes…

Es el ciclo del virus. Yo creo que afectó a más del 40% de la población, por lo menos en las grandes ciudades, y así se generó como una inmunidad de rebaño, por lo menos para la variante P1, que por lejos fue la dominante.

¿O sea, las vacunas no explican el descenso de ahora?

Las vacunas tienen muy poco impacto todavía. Apenas alcanzamos un porcentaje de la población. El descenso de muertes se ve desde hace un mes. En realidad es el descenso de una curva que tocó su techo en junio. 

Esta cierta inmunidad de rebaño pasa en las ciudades. Pero en realidad, hoy la pandemia está afectando a las compañías, a las familias del interior, donde tienen un muerto o dos por semana. Pero para esas comunidades es muchísimo. Hablamos de poblaciones de mil a dos mil habitantes. En los pueblitos está la epidemia ahora, pero para el macro del país, parece que la curva cae.

La pandemia llegó al interior del país, ¿cómo ocurrió esto?

En el momento del pico de contagios se hizo la campaña de las internas para las elecciones municipales. Fue muy duro. Desde el Ministerio propusimos postergar las elecciones dos meses más. No suspenderlas, pero postergarlas. No lo logramos. 

Pasamos de ser un país reconocido por su contención de la pandemia en 2020 a estar entre los que más muertes por millón llegó a registrar. ¿Qué pasó?

Hay que mirar el balance global. Coyunturalmente tuvimos semanas críticas, creo que un mes y medio estuvimos en ese podio del país con mayor cantidad de muertes. Si ves toda la película, Paraguay se quedó a mitad de tabla. Pero hay que ser prudentes, aún falta.

Hablaste de que la delta no va a afectarnos demasiado.

Ojalá que no. Hay una hipótesis de que la variante delta tiene mutaciones similares a la que se detectó en Manaos, Brasil. Pero realmente no sabemos mucho. Lo que pasa es que el mundo Occidental investiga lo que le pasa a países desarrollados nada más. La ciencia es así, hegemónicamente del Norte. Muy pocos investigan la variante brasileña, solo los brasileños. Si ellos no lo hacían, no íbamos a tener mucha información. Como no le golpeó mucho al Norte, no se estudió lo suficiente. Se ha estudiado a la alpha, la británica, y la delta que ahora les golpea. Pero no sabemos qué tal la delta después de haber tenido la variante brasileña.

De igual manera no quiero insistir mucho con este tipo de mensajes estando entre los países peor vacunados de Sudamérica. Algunos están diciendo que la variante delta es más buena porque los países que la tienen no presentan muchos contagios con hospitalización. No, ahí lo que hace la diferencia es que están vacunados. Pero se entiende, nos juega con el corazón también este tema. Queremos que la delta sea buena. Queremos un respiro, basta. Pero son las vacunas las que hacen esa diferencia.

¿Podemos volver a una cuarentena?

Podemos, pero cada vez es más difícil que ocurra. La delta va a entrar en las próximas semanas. Va tomar fuerza en un mes. Entonces, nuestro mes de gloria va a ser agosto. Veremos qué tal septiembre. 

Supongamos que se viene una nueva pandemia en dos años, cosa que no sería rara considerando la crisis climática, ¿qué políticas públicas van a preparar a Paraguay para afrontarla mejor?

Lo que nos está pasando ahora ya le pasó a Oriente, hace 15 o 20 años nada más. Japón, Taiwán, Corea, Singapur, China, Vietnam. SARS, MERS, todo ocurrió allá primero. Esos países tienen una estructura para situaciones similares. Nosotros tuvimos que crear todo de cero y mirá que la OMS nos venía avisando. Se hacían pilotos, pero no le dábamos la importancia que se debía realmente en preparar el sistema.

Más allá de las camas o las UCI, una cosa que no estaba preparada fue la comunicación de riesgo. Hay que tener un lugar donde manejás toda la información. Se criticó la comunicación sobre la pandemia, que partía del Ministerio de Salud. No debería ser así porque, en primer lugar, no debe partir sólo del Ministerio. De todo el gobierno debería salir la comunicación. En un momento sentí que todo dependía de nosotros. ¿Qué dice el Ministerio de Salud? ¿Qué dicen los médicos?, preguntaban. El peor abordaje a la comunicación es ése.

¿Qué tienen países como Japón, Corea, que nosotros no tenemos?

Ellos ya tienen un equipo establecido que sabe cómo va a funcionar el país en estas situaciones. Ya tuvieron, ya fracasaron, ya aprendieron. 

Pero debemos mirar a la capacidad del sistema. Creo que si veníamos hablando de reforma sanitaria antes de la pandemia, ahora ya es urgente y necesaria. Es hora de despertarnos. En un escenario de reforma constitucional, no sé si la agenda de salud debe liderar, pero es urgente. 

¿Cómo se prioriza a la salud? 

La discusión finalmente es económica. ¿Quién paga esa salud que queremos?, esa es la discusión. Porque el modelo que queremos puede ser muy lindo, pero cómo realmente pagamos es la cuestión.

A corto plazo, ¿cómo sostenemos la estructura que se instaló para la pandemia? Se hizo con deuda, lo cual no se puede mantener en el tiempo. 

Mil millones de dólares es el presupuesto de salud. No es nada. Para siete millones de habitantes, no es nada. Una provincia pobre de Argentina gasta per cápita 3 veces más.

Pero algunos dicen que es el gasto público el que debe mejorar para que mejoren los servicios. ¿Vos qué pensás?

Ponele que de un día para el otro los paraguayos dejamos de robar y de manera espectacular usamos los mil millones dólares del presupuesto y desaparece la corrupción. Igual nos van a faltar 3 presupuestos más para estar igual que una provincia pobre de Argentina, que tiene mejores indicadores de salud que nuestro país.

Sí, hay que mejorar el gasto. Pero no va a ser suficiente con eso.

Científicos y científicas, ¿qué lugar deben ocupar en la próxima pandemia?

Los investigadores nos ayudaron, pero nos preguntaban mucho qué hacer. Yo creo que tiene que ser al revés. Quizá en esa estructura que debe estar preparada para contener la próxima pandemia, los PRONI III, los investigadores categorizados en el más alto nivel, deben estar incluidos, como mínimo. Yo le decía a algunos, «ustedes son la élite intelectual del Paraguay. Ustedes tienen una responsabilidad entre la manada que somos todos acá. Nos tienen que ayudar». 

¿Algo así como el Grupo Asesor Científico Honorario que tuvo Uruguay?

Algo así. Hubo intentos fraguados desde el gobierno. Pero más allá de eso, acá los científicos se hubieran juntado por lo menos para criticar al gobierno. Hablo de críticas constructivas, obvio. Lo otro lo hace cualquiera desde la gradería.

Los datos que ves de la pandemia en EE.UU. son de universidades como la Johns Hopkins, Harvard. Los datos del Our World in Data también son de universidades. En países como Argentina o Chile, cuando leemos sobre el impacto de la vacuna, son las universidades las que publican, no el Ministerio de Salud. Acá las universidades no nos soltaron la mano. Es que nunca nos la tomaron.

Eso sí. Tengo que reconocer el trabajo del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud de la UNA por hacer la primera secuenciación del ARN del virus, que fue un hito, y seguir identificando nuevas variantes.

¿Qué podría hacer diferente el Ministerio de Salud a futuro?

Yo creo que el Ministerio de Salud tiene que ser rector más que nada, en general. En Uruguay, el Ministerio de Salud es rector de las políticas. No está inaugurando hospitales aquí y allá. No está con la prebenda en las contrataciones. Los servicios están separados porque de eso se encarga otra agencia del Estado. Así el Ministerio se puede dedicar más a las políticas públicas antes que estar apagando incendios del día a día en los hospitales.

También creo que la salud territorializada, que son nuestras unidades de salud familiar, debe tener vínculo con los municipios. Hoy las USFs dependen del Ministerio de Salud. Entonces, hay una disociación del gobierno local. A veces incluso compiten con los municipios si no son del mismo color partidario, porque finalmente estos son territorios sociales y políticos. En el fondo, la salud es el mayor interés político, aunque nuestros políticos no se dan cuenta.

Te acusan de muchas cosas: que tenés vínculos con Bill Gates, que sos zurdo…

Qué te puedo decir. ¿Qué vínculo podría tener con Bill Gates yo? Ahora, lo de zurdo… si es que entender la salud como derecho, pelear por una salud integral es tener la etiqueta de zurdo, pues bien, llamame como quieras.

¿Te asumís de izquierda?

En el ridículo maniqueísmo de izquierdas y derechas al que estamos acostumbrados en este país, soy lo primero.

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