Carlos Gómez es médico residente de primer año de la terapia intensiva del Hospital de Clínicas. Se pone contento cuando los pacientes de covid salen de la UTI. Pero, hasta ahora, solo pudo extubar a cuatro.
Me llamo Carlos y tengo 31 años. Mi trabajo es recibir pacientes de covid que necesitan respiradores. Una de las cosas más duras que tengo que hacer es pedirle al familiar todos los días, cada seis o doce horas, que compre un medicamento. A ese familiar que duerme en el piso.
Ayer extubamos a un paciente de 49 años. Su hijo se sentía bastante culpable porque aparentemente fue quien lo contagió. Ni quiero pensar cuánto dinero estarán gastando.
Hay muchas trabas en el hospital. Desde hace 3 años, si hace falta una tomografía o un estudio de ecocardio, debemos pedirle al familiar que pague a alguien que tenga ecógrafo. Es difícil mirar a los ojos al familiar y decirle que necesita comprar algo.
Me afecta cuando el paciente está ventilado tanto tiempo boca abajo. El rostro queda edematizado, inflamado. A veces es muy joven y ves que el pulmón está súper dañado. Es difícil que se recupere.
A mí me gusta mucho terapia intensiva pero en esta pandemia estoy sufriendo demasiado. Ahora se hacen pizzas y campamentos afuera del hospital. Hay bastante solidaridad de la gente.
Solo que siento frustración porque recién ahora se dan cuenta de que este sistema está muy mal.
¿Qué es lo más difícil de mi trabajo, me preguntás? Todo.