Si Paraguay dispusiera de su energía en Itaipú de forma libre, podría recibir 2.926 millones de dólares al año de beneficio neto. Pero, la realidad es que nuestro país recibe sólo 360 millones de dólares cada año porque el artículo 13 del Tratado de Itaipú le obliga a ceder – no a vender – a Brasil su energía a un monto que es ocho veces menos que vendiendo a precio de mercado. Es lo que asegura la ingeniera y ex vice-ministra de Minas y Energía del gobierno de Fernando Lugo.
La realidad pudo haber ser otra si se respetaba el Acta de Foz de Iguazú que firmaron en 1966 las dictaduras de Paraguay y Brasil. El Acta fue la salida para zanjar la crisis diplomática que generó la invasión de Brasil a Puerto Renato, una operación del gobierno brasileño para explotar de forma unilateral el potencial hidroeléctrico de los Saltos del Guairá. Según Cecilia Vuyk, politóloga e investigadora especialista en el Tratado de Itaipú, el Acta hablaba de «precio justo» y de «adquisición preferencial» de la energía. “El Tratado de Itaipú borró estas palabras que si aparecían en el Acta”, dice.
El artículo 13 del Tratado estipula que Brasil tiene «derecho de adquisición» sobre la energía que Paraguay no utiliza en la represa. Esto significa que el país no vende la energía ni la exporta. No existe un intercambio de mercado de compra-venta, porque el precio en Itaipú está fijado artificialmente en el Tratado. Paraguay cede su energía, y por esa cesión, Brasil da una “compensación”. Para Vuyk, la palabra en sí misma denota perjuicio y necesidad de reparación.
El valor que Paraguay recibe por esa compensación por la cesión de energía es de 9,4 dólares el megawatt hora de energía producida. Esto lo establece el Anexo C, la tercera parte del Tratado que contiene el costo de la electricidad y cómo se maneja. Mercedes Canese explica que ese costo se ha modificado durante algunos gobiernos como el de Nicanor Duarte y Fernando Lugo a través del cambio en un factor de multiplicación. El dinero de la compensación ingresa cada año a las arcas del Estado. Según los cálculos de Canese, el precio de mercado ronda en lo mínimo los 120 dólares el megawatt hora de energía producida.
Todo el dinero que Paraguay no recibe porque el Tratado así lo estipula beneficia al cordón industrial que se ubica en Sao Paulo y alrededores, a la que le llega energía barata y segura de acuerdo con Vuyk. Para ella, si Paraguay dispusiera de forma libre de su energía, podría venderla a Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, los dos últimos con mayor dificultad por las líneas de transmisión. O podría fomentar su propia industria, la menos desarrollada de la región.