Mientras los capos se hacen ricos en medio de una fallida guerra contra las drogas, una de cada dos mujeres en las cárceles de Paraguay está encerrada por microtráfico.
Publicado: 27·08·24
Recién hablaste con Eva, una mujer privada de libertad en la cárcel del Buen Pastor, de Asunción. La conocimos durante una serie de entrevistas realizadas entre 2022 y 2024 con varias presas y expresas. Periodistas, diseñadores conversacionales y UX writing desarrollaron este chatbot para que cuente su historia en primera persona y sin intermediarios. Tanto Eva como la información que revela son reales. Tratamos de respetar al máximo sus palabras y solo omitimos información o modificamos circunstancias que pudieran poner en riesgo su seguridad.
A Eva la detuvieron con más de 2 kg de cocaína en la valija mientras intentaba viajar rumbo a una ciudad para ella desconocida. No tenía ninguna preparación para hacerlo. Su historia es similar a la de más de cuatrocientas mujeres que están privadas de su libertad por la Ley 1340 que «reprime el tráfico ilícito de estupefacientes y drogas peligrosas y otros delitos afines». Cuatro de cada diez mujeres presas están acusadas de transgredir esta ley.
Como a muchas otras mujeres, la pobreza, el deterioro de la salud mental y la falta de oportunidades laborales la condujeron a narcotraficantes que la usaron como mula. Pueden ser solteras, separadas o viudas con hijos, pero tienen en común ser el último eslabón de la cadena del narcotráfico. Esto significa mayores probabilidades de ser detenidas por estos delitos que los hombres.
De Paraguay se sabe que es el principal exportador de cigarrillos de contrabando del hemisferio occidental, el principal productor de marihuana de la región y un territorio logístico clave para el paso de la cocaína en Latinoamérica, pero poco se habla de las víctimas de la guerra fallida contra las drogas. Las cárceles se llenan de personas estigmatizadas por el consumo mientras los capos del crimen organizado se enriquecen e incluso ocupan cargos en el Estado.
Este chatbot es una oportunidad para visibilizar la desproporcionalidad en el tratamiento de delitos que se desprenden de la política punitiva de drogas y reflexionar sobre las circunstancias de mujeres privadas de libertad que involucran, principalmente, discriminación, exclusión y violencia machista. La trayectoria narrativa que propone Eva a través del diálogo nos permite ponernos en su piel e imaginar soluciones distintas a la de la criminalización y el encierro.
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Investigación y reportería: Juliana Quintana · Diseño conversacional y UX writing: Sebastián Hacher & Axel Marazzi · Desarrollo y maquetación web: Eduardo Ayala · Diseño e ilustraciones: William Matsumoto, Naoko Okamoto & Benjamín Gaona · Edición de producto: Alejandro Valdez Sanabria · Edición general: Jazmín Acuña
Este proyecto fue posible gracias al Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas (FINND) de la Fundación Gabo.
Respondemos algunas
Es una mujer de 28 años privada de libertad en la cárcel del Buen Pastor, de Asunción. Nació en Pedro Juan Caballero, una ciudad ubicada en el nordeste de Paraguay, donde vivía con su familia y su hijo de 8 años. Estudiaba Derecho y trabajaba en casas particulares cuidando niños hasta que, un día, la necesidad económica la condujo a que narcotraficantes la utilizaran de mula. Pero la descubrieron en el aeropuerto y cayó presa.
Podés conocer más sobre su vida en el penal escribiéndole en el chatbot.
Este proyecto propone que, a través de un chatbot potenciado por Inteligencia Artificial, las personas mantengan una conversación con una mujer detenida por tráfico internacional en Paraguay, país donde el 44,3% de las mujeres encarceladas están privadas de libertad por transgresión a la Ley de drogas, según el Mecanismo Nacional de Prevención de la tortura (MNP). Eva es el nombre ficticio que le pusimos a la principal entrevistada de este chatbot para resguardar su seguridad, pero la herramienta contiene elementos de otras siete entrevistas realizadas entre 2022 y 2024 a otras mujeres privadas de su libertad.
Procesamos la entrevista con Eva para dividirla en pequeños fragmentos y con ellos diseñamos las distintas posibilidades para que el diálogo pueda fluir. La idea es que quien decida conversar pueda elegir qué caminos seguir durante la conversación, profundizar en las cosas que más le interesan y preguntar con naturalidad.
Toda la información que comparte Eva es real. Nos esforzamos por mantenernos fieles a sus declaraciones, solo hubo modificaciones u omisiones en las circunstancias que podrían comprometer su seguridad. La narrativa se desarrolla conjuntamente con las personas que interactúan con Eva, basada en horas de entrevistas con la protagonista. A través del relato conversacional y el intercambio, ella va compartiendo su experiencia, gustos, miedos y reflexiones.
El proceso de entrevistas comenzó en 2022, en el marco de otra investigación sobre el rol de las mujeres en el narcotráfico. En 2024, para el desarrollo del chatbot, se volvieron a realizar entrevistas con privadas de libertad en el Buen Pastor y se estudió cómo trabajar la historia de la protagonista sin exponer su identidad. Todas respondieron un cuestionario abierto con preguntas que actualmente figuran como sugerencias en el chatbot.
Cuando iniciamos este proceso exploratorio, nos preguntamos: ¿De qué hablaríamos si nos encontráramos a solas en una habitación con una persona privada de libertad? Elegimos este formato para ofrecer una mirada distinta a la de la estigmatización por consumo. Para eso, cuidar cada una de las palabras de Eva fue nuestra prioridad en todo momento. La decisión que tomamos fue restringir el uso de la IA solo a entender lo que el usuario quiera preguntar, pero todo lo que dice Eva fue escrito por seres humanos. No queríamos dejar un material tan delicado en manos de una tecnología que ofrece un porcentaje de alucinaciones o que, en el mejor de los casos, tiende a transformar los relatos particulares, con todos sus matices, en lugares comunes.
La manera en que habitualmente se cubre drogas en muchos medios tradicionales propicia una espiral de la violencia e incomprensión, en particular, hacia minorías simbólicas como mujeres, juventudes y personas LGBTIQ+. En la división sexual de las tareas en el narcotráfico, las mujeres quedan subordinadas a roles secundarios pero de alto riesgo. Al ser, en general, el último eslabón de la cadena del crimen organizado, las consecuencias impactan con fuerza sobre ellas. Son mulas, halconas, buchonas, cocineras, reclutadoras, narcomenudistas, campesinas, madres y esposas pero son también mensajes, y sus cuerpos se descartan y reemplazan.
Las noticias pocas veces profundizan sobre el acceso desigual a la justicia y la política punitiva de drogas que sanciona delitos asociados. Tampoco se trabaja con una perspectiva interseccional a la luz de los contextos sociales, la falta de oportunidades, de acceso a la salud, la educación o a un empleo digno. Esta ausencia viene de la mano del discurso prohibicionista que se centra en la pérdida de los valores y la inseguridad.
Este proyecto fue una de las 14 propuestas seleccionadas para la 5a edición Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas (FINND) de la Fundación Gabo. El desarrollo del chatbot, entre entrevistas, implementación de la IA y exploración visual, llevó cuatro meses. Pero la búsqueda por nuevas formas de narrar empezaron mucho antes. Algunos antecedentes son: Las mamás que cultivan cannabis y Preso por aliviar el dolor, podcast de 2019 sobre la criminalización por el uso del cannabis medicinal; Sin condena en el infierno paraguayo, un ensayo fotográfico de 2019 sobre el interior de las cárceles paraguayas; Consumo Ilustrado, publicado en 2021, en colaboración con Vist Projects y Dromómanos para el proyecto Drogas, Política y Violencias; y Mulas, halconas y buchonas, una investigación sobre el rol de las mujeres en el narcotráfico publicada en 2022.
En reportería e investigación trabajó Juliana Quintana, periodista especializada en género y derechos humanos. El diseño conversacional y UX writing estuvieron en manos de Sebastián Hacher y Axel Marazzi. William Matsumoto, Naoko Okamoto y Benjamín Gaona fueron los encargados del diseño e ilustración. El desarrollo y maquetación web fue realizado por Eduardo Ayala. La coordinación y edición general del proyecto estuvo a cargo de Alejandro Valdez Sanabria.
Una cobertura sobre cómo la crisis climática afecta la salud y el trabajo
Una publicación de Memetic.Media desde Asunción, Paraguay
elsurti@memetic.media