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Paraguay asume postura negacionista en la Cumbre del Clima

Ante la COP26, el Estado paraguayo representa los intereses de sojeros y ganaderos. Mientras, la sequía histórica de la cual son en parte responsables impacta la economía.

Reportaje Maximiliano Manzoni · Edición Jazmín Acuña · Ilustración Noako Okamoto & Jazmín Troche ·

Si solo tenés 30 segundos, esto es lo que tenés que saber:

  • La Cumbre del Clima en Glasgow se desarrolla en medio de una urgencia por evitar una catástrofe climática.
  • Los intereses de Paraguay los representan quienes pueden pagar el viaje a la Cumbre. La delegación oficial incluye a tres representantes de gremios sojeros y a ningún vocero de pueblos indígenas, comunidades campesinas u organizaciones juveniles, las más afectadas por la crisis.
  • Postura oficial de Paraguay fue elaborada  con gremios del agronegocio, responsables de la crisis climática. El gobierno negará impacto de ganadería y agroquímicos en el ambiente. 
  • De acuerdo con el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, sequías históricas como las que está sufriendo el país aumentarán de no reducirse emisiones.

En la lejana Glasgow, en el Reino Unido, se podría definir el futuro de Paraguay, el país más vulnerable a la crisis climática de Sudamérica. La mitigación o la continuidad de olas de calor insoportables, o sequías históricas que se sienten en los bolsillos, incendios forestales o los casos de intoxicación por agroquímicos depende de la voluntad de las potencias mundiales como China, Estados Unidos o la Unión Europea. Voluntad no sólo de proponer planes que reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero, sino que paguen por la deuda ambiental que tienen con países en desarrollo como el nuestro  financiando robustos planes de acción climática. 

Un 10% de la reducción de emisiones que planea Paraguay depende de ese financiamiento. El otro 10% es compromiso del Estado. Pero los intereses que el Estado lleva a la 26a. Conferencia de las Partes Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) no son los de todo el país. Son los de un sector económico: el agronegocio sojero y ganadero.

La Dirección Nacional de Cambio Climático admitió a El Surtidor que los intereses de Paraguay ante la COP 26 los representan quienes pudieron pagar el viaje. En la lista de 29 personas se encuentran el ministro del Ambiente Ariel Oviedo y el ministro de Agricultura Moisés Bertoni. Oviedo firmó un acuerdo de cooperación con Chortitzer, cuestionada por invadir y deforestar tierras ayoreo en investigación de Earthsight, mientras que Bertoni mintió en sus argumentos contra el Acuerdo de Escazú.

Completan la delegación el titular de la Dirección Nacional de Cambio Climático, Ulises Lovera, representantes del Infona, Relaciones Exteriores, y las hidroeléctricas Itaipú y Yacyretá. También están tres representantes de gremios sojeros: Sandra Otazú y Lilian Cabrera de la Unión de Gremios de la Producción (UGP) y Sonia Tomassone de la Cámara de Productores y Exportadores de Oleaginosas (Capeco). Tomassone dijo que va a la Cumbre del Clima “buscando evitar barreras para-arancelarias con la excusa de temas ambientales”.

En la delegación paraguaya no hay un solo representante de pueblos indígenas, comunidades campesinas u organizaciones juveniles, los tres sectores más afectados por la crisis climática.

La posición oficial es negar todo

La delegación lleva la postura oficial del gobierno paraguayo ante la COP 26, publicada por el Ministerio del Ambiente. Pero la postura relacionada a Agricultura, según Ulises Lovera de la Dirección Nacional de Cambio Climático, fue elaborada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería junto con la Capeco, la Unión de Gremios de la Producción, la Asociación Rural del Paraguay y la Fecoprod, “todas estas instituciones en sus respectivos roles de miembros de la Comisión Nacional de Cambio Climático”, dice Lovera. Representantes de pueblos indígenas u organizaciones campesinas no participaron de esta instancia clave de decisión. 

La posición oficial que desarrollaron  el Estado y el agronegocio en conjunto sostiene que “la producción orgánica es más cara” y que “son sistemas productivos de bajo rendimiento [los] que aumentan la pobreza”. La Coalición de organizaciones #PorLosBosques – que incluye a WWF Paraguay, Guyra Paraguay, Altervida y la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas – cuestiona esas premisas. Para la coalición, la posición del gobierno “son expresiones sin base en datos”, ya que la agricultura familiar “es la base de producción de alimentos del país, según muestran los propios censos agropecuarios”. Las organizaciones señalan que la producción orgánica y la agroecológica son herramientas comprobadas para reducir la desigualdad. 

El Estado paraguayo ante la COP 26 también niega el impacto de la ganadería en la crisis climática al aducir que “se cuestiona la producción de carne por su impacto ambiental, pero se debe considerar el equilibrio entre la emisión y el secuestro de gases de efecto invernadero en los diferentes esquemas de producción” (sic). 

El potencial de secuestro de carbono de la ganadería a través del pastoreo – método predominante en Paraguay  es un punto desarrollado dentro de lo que se llama “agricultura regenerativa”: la combinación y rotación de ganadería, agricultura y silvicultura para aumentar la capacidad del suelo de capturar carbono. 

El concepto de captura de carbono con el suelo se hizo particularmente popular a través del documental de Netflix “Kiss the Ground”. Sin embargo, el concepto de “agricultura regenerativa” es todavía indefinido y vago, sus aplicaciones dependen de cada ecosistema y de desechar el uso de agroquímicos, un punto que contradictoriamente  Paraguay defiende a renglón seguido al negar el comprobado impacto de pesticidas en la salud y el ambiente.

De acuerdo al documento que contiene la posición oficial,  “el uso racional de los productos químicos, respetando las dosis, la evaluación de riesgos y la gestión de riesgos, minimizan los daños al medio ambiente y no representan un peligro para la salud humana”.

Esta posición contradice las dos resoluciones de la ONU sobre casos relacionados a agroquímicos en el país – la muerte de Rubén Portillo y la comunidad Ava Guaraní de Campo Agua’e. También contradice la evidencia disponible sobre el impacto del glifosato y otros pesticidas en la salud de niños y niñas – investigación que el agronegocio intentó censurar – y  la realidad de un país donde las escasas leyes que regulan el uso de pesticidas son ignoradas y ponen en peligro a al menos 7500 niños, niñas y adolescentes.

Inventario de emisiones de gases de efecto invernadero por sector en Paraguay – MADES 2021

Por sobre todo, la posición oficial de Paraguay ante la COP 26 ignora datos oficiales del Estado publicados este año, que indican que la ganadería, la agricultura y la deforestación que acarrean ambas actividades son responsables del 80% de las emisiones del país. La ganadería necesita de pasturas: en Paraguay hoy las emisiones de deforestación para habilitar pasturas son mayores que la capacidad que tienen nuestros bosques y reservas existentes de capturar carbono.

Juventudes de partidos políticos y activistas ambientales condenan postura del Estado

Para Eri Beckelmann, urbanista maestrando en Gestión Ambiental por la Universidad de Salamanca de España, la postura oficial del Estado “representa una visión cortoplacista y prioriza el negocio de unos cuantos”. Refiriéndose a los gremios del agronegocio, Beckelmann sostiene que “incluso quienes defienden la postura negacionista de hoy se están jodiendo” debido a que “está demostrado que la crisis climática les afectará también”. 

En 2015, un estudio oficial de CEPAL y el gobierno de Cartes calculó que si no se cumplen objetivos del Acuerdo de París, el rendimiento de la soja y la ganadería se reduciría a la mitad para 2050 y el norte del país sería prácticamente inhabitable. Beckelmann también cuestiona la posición de representantes como el senador Fidel Zavala, que aducen que las emisiones del país son ínfimas en relación a potencias como EE.UU. o China: “Es como decir que aunque el vecino es el que se está incendiando, yo puedo tirar más combustible”. 

La postura de figuras como Zavala y gremios como la ARP es cuestionable. Si bien es imposible comparar el impacto de emisiones del país con los de países potencia – cuya responsabilidad en la crisis es mucho mayor – el aporte de Paraguay a la crisis climática es desproporcionado para su población, y tiene su origen en un modelo que se cimentó  durante el estronismo.

El último informe de IPCC además ha señalado que “es muy probable” que el cambio climático causado por el ser humano esté aumentando el ritmo y la intensidad  de sequías como las que afectan al país hace 2 años. La recesión económica de 2019 y la peor bajante consecutiva del río Paraguay en 2020 y 2021 son producto de estos eventos extremos. La sequía ya se siente hasta en los bolsillos al aumentar el costo de combustibles y alimentos en un país que dice alimentar al mundo y  cada vez importa más frutas y hortalizas.

El presidente de la Juventud del PLRA, Carlos Aquino, también cuestionó las credenciales del ministro Bertoni sobre el cambio climático y dijo que “desde nuestro espacio estamos exigiendo a todos los representantes del partido que tomen más en serio el problema ambiental. Hay un modelo hegemónico que no quiere que se discuta el tema, pero no se puede ir contra la ciencia”. El presidente de la Juventud del Partido País Solidario, Renato Minardi, lamentó que “el gobierno paraguayo decida prescindir de representantes de organizaciones juveniles, indígenas y campesinas en la delegación ante la COP 26, que son quienes sufrirán en mayor medida la crisis climática”. Minardi sostiene que  Paraguay necesita una delegación que represente a todas las partes involucradas. 

Similar fue la posición Ana Díaz, de la organización de activistas Viernes por el Futuro Paraguay, quien en un comunicado consideró como “un acto de indecencia” que el Estado paraguayo haya ubicado a representantes de los gremios del agronegocio como parte de la delegación oficial de la COP 26, “ya que constituye una muestra sesgada y tendenciosa a la verdadera situación socioambiental del país”. 

“Si el Estado sigue el curso de acción que está tomando, seremos un país que contribuyó a su propia destrucción por anteponer los intereses económicos de pocos ante la realidad de la población y de la ciencia”, firman Díaz y la organización.

Futuros

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