La segunda suba de combustibles del año disparó el éxodo hacia Nanawa en la frontera con la ciudad argentina de Clorinda el fin de semana largo. «Estamos buscando ventajas porque acá es imposible. Los combustibles y comestibles ya son incomprables en Paraguay» le dijo una automovilista al canal ABCTV en medio del tráfico camino a la antigua ciudad de Puerto Elsa. De hecho, para el BCP el aumento de la inflación a comienzos de 2022 responde, en mayor medida, a las subas de precios de alimentos – principalmente por la sequía – y combustibles. El año pasado la inflación cerró en 6,8%, muy por encima del 2,2% registrado en 2020. Lo único que parece ir a la baja este 2022 son las proyecciones de crecimiento económico debido al impacto de la sequía en la agricultura. Para el economista Fernando Masi, fundador e investigador del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP), la crisis ruso-ucraniana puede añadir una presión extra a ese contexto: más inflación, suba del dólar, restricción de exportaciones e importaciones. En esta entrevista con El Surtidor habla de los impactos posibles y hasta dónde puede llegar el Estado para amortiguar eso.
¿Cómo puede llegar a afectar la crisis ruso-ucraniana en Paraguay?
La primera afectación tiene que ver con el precio del barril del petróleo, que ya antes de esta crisis ha tenido una suba importante. En consecuencia, tenemos un aumento de la inflación prácticamente en todo el mundo. Con la guerra ruso-ucraniana inmediatamente se empezó a mover otra vez para arriba el precio, teniendo en cuenta que Rusia es uno de los principales productores mundiales de petróleo y gas. Entonces, evidentemente las sanciones financieras de Estados Unidos y la Unión Europea contra Rusia tienen efectos inmediatos.
Siendo Rusia uno de los principales exportadores de petróleo, surgirá una menor oferta de este commodity y, por lo tanto, un incremento de los precios. El incremento del precio del petróleo es uno de los principales motores de la inflación en cualquier lugar del mundo y en Paraguay en particular, por ser un país importador neto de combustibles. A mediano plazo quizás Estados Unidos y Europa pueden lograr que los otros mayores productores de petróleo aumenten su oferta, de manera que los precios puedan bajar o quedarse en un nivel determinado.
Mientras tanto, lo que vamos a sufrir acá es una incidencia muy alta del precio del petróleo sobre la inflación, que ya no pudimos controlar desde fin de año y que está yendo más allá de las propias metas de inflación que fija el Banco Central del Paraguay anualmente. Eso va a incidir después en todos los precios de la canasta básica de consumo. Además, aquí ya tenemos una inflación de los alimentos fundamentalmente por la sequía, sobre todo de los productos que componen la canasta de consumo de cualquier familia, que tiene que ver con verduras, hortalizas, carne, arroz, maíz.
¿La inflación afecta más a las familias de menos ingresos?
Algunos economistas dicen que la inflación es el «peor impuesto» para las familias de menores ingresos. Siempre la gente con más recursos tiene ahorros, una espalda financiera para soportar un pico inflacionario, pero eso no ocurre con la mayoría de la población en Paraguay.
Además de la suba del petróleo y su incidencia en la inflación, ¿cuál sería la otra afectación de esta crisis?
El segundo punto tiene que ver con el mercado de exportación de los dos productos principales que tiene Paraguay, que son la soja y la carne. Rusia es el destino de 735 millones de dólares de nuestras exportaciones – mayoritariamente soja y carne-, y se ha trabajado mucho para conseguir ese mercado. En el caso de la carne, Rusia, Brasil y Chile son nuestros principales compradores. Volviendo a las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea, si los principales circuitos financieros comienzan a cerrarse para Rusia, entonces esto afectará sus operaciones de comercio exterior, disminuyendo su capacidad de importación, con lo cual este país tendrá que ver cuáles son las alternativas hasta que vuelva a importar normalmente.
Estas sanciones también pueden afectar su crecimiento económico en cuanto a la capacidad adquisitiva de la sociedad rusa, con lo que naturalmente limitarán sus importaciones. Desde el momento en que los Estados Unidos y Europa no permiten el uso del sistema SWIFT para operaciones de transferencias financieras, Rusia tendrá que buscar una alternativa a este sistema, lo que llevará su tiempo.
Además, este año el Paraguay verá reducir sus exportaciones. En el caso de la soja, en vez de producir 10 millones de toneladas, hemos llegado solo a cuatro por la afectación de la sequía. Por lo tanto, ya por esa situación no vamos a exportar probablemente a Rusia lo que normalmente se exportaba cuando la producción era de 9 o 10 millones de toneladas. Ahí ya hay una primera reducción, y si a eso le agregamos esta situación de Rusia- Ucrania entonces se cierra aún más el mercado ruso para la soja paraguaya.
Nota de El Surtidor: La Cámara Paraguaya de Carnes informó el lunes 28 de febrero que suspendió los envíos de carne a Rusia ante la incertidumbre sobre los cobros. Esto se dio tras la expulsión de los primeros bancos rusos del sistema internacional de pagos SWIFT, como parte de sanciones financieras impulsadas por EE.UU., UE, Reino Unido y aliados por la invasión a Ucrania. Después de Chile, Rusia es el segundo mayor comprador de carne paraguaya: en 2021 importó por más de USD 300 millones.
En el caso de la carne, en un escenario de reducción de las exportaciones a Rusia, ¿es posible que eso tenga un impacto de abaratamiento de los precios para el consumidor local o no funciona así?
No necesariamente. Si bien un mercado no puede ser inmediatamente reemplazado, Paraguay puede aumentar la exportación a otros socios que son minoritarios como mercados de destino. Entonces si hay una cuestión de esas, no va a tener efecto sobre una reducción del precio. Ahora, como creo que ese aumento de la exportación de carne a otros destinos no se va a presentar en el corto plazo, habrá una reducción de la exportación de carne, lo que puede eventualmente favorecer un abaratamiento de los precios internos. Todo dependerá del precio que los frigoríficos estén dispuestos a vender a los supermercados, y de la oferta de cabezas de ganado, porque quizás los ganaderos también reduzcan sus faenas viendo cómo se comporta el mercado externo. De todas maneras, los precios varían porque no hay un precio internacional para la carne, como sí hay para la soja, el maíz o el trigo.
Retomando lo que refería sobre la inflación, ¿esto puede tener algún impacto en el encarecimiento de los créditos?
Así es. Porque el Banco Central tiene ese sistema de metas de inflación, entonces esta semana subió las tasas de interés que cobra a los bancos. A medida que la inflación se le vaya de las manos, por decirlo de una manera, va a tener que subir las tasas de interés para restringir la oferta de dinero. Se restringen los créditos y eso tiene un impacto fuerte sobre toda la economía. Porque no son solamente créditos de consumo, también créditos operativos para las empresas, créditos grandes para la producción. Y lo que hace el Banco Central es combatir la inflación con este instrumento de restricción de los créditos. Acá hay un problema adicional que es el dólar, porque cuando la Reserva Federal de EE.UU. también toma estas mismas medidas de restricciones monetarias ante la inflación, se valoriza aún más el dólar.
Por otro lado, nosotros vamos a tener menos ingresos de dólares este año por la sequía que afectó el 60% de la producción de soja. Todo esto significa también una presión sobre la inflación porque tenemos un componente importante de nuestro consumo que es importado y para eso utilizamos la moneda internacional, que es el dólar. Mientras escasea el dólar, entonces se encarece el precio de esta moneda relativa a la nuestra, se encarecen nuestras importaciones y se agrega más fuego a la inflación.
Ante este panorama, ¿qué medidas se pueden tomar desde el Estado?
El Estado tiene los instrumentos monetarios. Por un lado, estas restricciones monetarias y por otro lado cuando suba mucho la moneda internacional tratar de vender más dólares al mercado para que no se produzcan estas subas repentinas; eso desde el punto de vista monetario y cambiario.
Desde el punto de vista fiscal, los economistas del banco Itaú están proyectando un crecimiento económico negativo para este año. Otros proyectan un crecimiento de apenas 1,5% por la cuestión de la sequía. Entonces, lo que puede hacer el gobierno es la reactivación a través de sus inversiones públicas, que sabemos van a infraestructura principalmente. Y eso de alguna manera puede aliviar esta reducción de la actividad económica que se da por la sequía y que se puede dar también por la restricción de los créditos.Pero las noticias no son muy buenas porque en los primeros meses de este año se está verificando una reducción de las inversiones públicas. Por ejemplo, en el caso de infraestructura van uno o dos meses que no están pagando a las empresas constructoras de obras públicas. Y eso va a depender también del Ministerio de Hacienda que se fija una meta anual de déficit fiscal, que tiene que ir reduciéndose. El déficit fiscal subió mucho por la pandemia, pero hay un programa para reducirlo y una meta anual. Por lo tanto, no necesariamente todo lo que se tenía previsto invertir, en obras públicas, se podrá hacer. Y el déficit fiscal es otro de los factores que alimenta la inflación. Está todo vinculado. Dependerá de hasta qué punto el comportamiento de la inversión pública puede aliviar esta reducción de la actividad económica que se produce fundamentalmente por la sequía.