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la segunda vida de la basura electrónica

La cantidad de celulares, computadoras y electrodomésticos que desechamos cada año en el mundo equivale al peso de nueve Grandes Pirámides de Guiza, en Egipto.

El futuro se parece a películas de ficción de Blade Runner o Star Wars. O a distopías de Isaac Asimov o Aldous Huxley: vehículos aéreos, pantallas gigantes, cámaras de vigilancia.

Pero el futuro ya llegó hace tiempo, y sus artefactos contaminan.

El e-waste o basura electrónica incluye desde monitores de computadoras, nintendos, x-box, hasta televisores y smartphones.

La apretada carrera tecnológica global dejó 45 millones de toneladas de basura electrónica sólo en el 2016, según el informe Global E-waste Monitor 2017 de la ONU. Esto equivale al peso de 4.500 torres Eiffel.

En el mundo, solo el 20% de ellos se procesa de forma adecuada, a pesar de contener oro, plata, cobre, platino o paladio: materiales valiosos y con gran potencial de implementación en economías circulares.

El problema de la eliminación de la basura se complica con la creciente cantidad de residuos electrónicos.

En Latinoamérica, Brasil y México encabezan la lista de países que generan residuos electrónicos. Hugo Chávez Carvajal, antropólogo visual especializado en la reparación y reutilización del e-waste, considera que el principal problema es la reacción tardía.

«Toneladas de tecnologías entran por la frontera a México desde los Estados Unidos todos los días y esos materiales se van acumulando. No se piensa en el problema desde la distribución», dice el investigador.

En varios países de la región no existen instalaciones y equipos para desmantelar el e-waste. Y en otros, ni siquiera legislaciones.

Además, los recolectores de basura regulares no están equipados para tratar los desechos electrónicos. Gran parte se recolecta en busca de materiales reciclables, se almacena y luego se vuelve a tirar.

Ciertas tecnologías son conservables: un televisor contemporáneo más amigable con el ambiente que un televisor de los años 90. Sus componentes son mucho menos agresivos que una pantalla de hace quince años.

Pero esto no sucede con todas las tecnologías, como las planchas, que son las mismas de hace 60 años y son de los electrodomésticos que más energía consumen.

La obsolescencia programada es la planificación del fin de la vida útil de un producto. El año pasado, Apple y Samsung fueron sancionadas en Italia por deteriorar los celulares a propósito.

El resultado: más basura electrónica. Su descarte termina en el hemisferio Sur.

Desde la trinchera de los talleres populares, los reparadores de basura electrónica en Latinoamérica son los más sensibles al cambio tecnológico y al crecimiento del e-waste.

Al estilo del Dr. Frankenstein, les dan una segunda vida a las tecnologías que se consideraban obsoletas. Son capaces de ensamblar piezas de una cámara del año pasado con una pantalla clonada y generan híbridos tecnológicos a partir de residuos que encuentran en mercados de pulgas y vertederos.

Marcelo Hernández Calderón trabaja en un taller llamado Electrónica Herz hace 31 años. Con una pinza, mueve los cables dentro de las placas madre de las computadoras, las pega, las remueve. Les cambia la batería a las cámaras y solda el hardware de viejos televisores.

Su primer contacto con la tecnología fue a los seis años, cuando su papá le regaló juguetes electrónicos para acercarlo a la ciencia. Recibió un Meccano –como un lego de metal– y un carrito de pedales.

Hace 33 años, David Serrano se dedica a la reparación de máquinas fotográficas en Ciudad de México.

«A mí la fotografía me fascina. Me gusta desarmar una cámara nueva, conocer las partes internas, pero hoy la gente ya no tiene esa pasión por lo analógico. Mis clientes ya no quieren cámaras manuales, sólo quieren una que tenga un botón para que se prenda y otro para disparar. Y es que el mundo se mueve más rápido. O tal vez yo me estoy volviendo lento», confiesa David.

Los expertos coinciden en que se debe priorizar el diseño de dispositivos cuyos componentes se puedan intercambiar y reutilizar para favorecer más sostenibilidad ambiental. Esta estrategia se denomina economía circular y se ocupa de fabricar productos más eficientes a lo largo de su ciclo de vida.

También consideran que es importante crear conciencia entre los consumidores para que devuelvan los equipos obsoletos apenas dejan de usarlos.

Si no frenamos el aumento de los desechos tecnológicos, en el 2021 superarán los cincuenta millones de toneladas.

Es decir, un millón de aviones comerciales sobrevolando el planeta Tierra.

texto juliana quintana · ilustración robert báez · edición jazmín acuña & juan heilborn · fuentes entrevistadas:hugo chávez carvajal · marcelo hernández · david serrano · luis alonzo  · con el apoyo de iniciativa regional para el reciclaje inclusivo, irr