Soberanas

Ser mujer en el país más católico de Latinoamérica

Los temas de género no son un soft issue.

Reportaje Jazmín Acuña ·

Paraguay tiene la mayor proporción de católicos en la región y para el Papa Francisco no hay dudas: la mujer paraguaya “es la más gloriosa de América”. Pero el relato que pinta a un país con una profunda conciencia cristiana se desdibuja con datos. Las mediciones del Foro Económico Mundial nos ubican en el peor lugar para ser mujer en Sudamérica.

La mujer gloriosa es uno de los tantos mitos que han alimentado las autoridades religiosas y políticas, la publicidad, los medios masivos y el sistema educativo por mucho tiempo. Con éstos se esconden los muchos obstáculos y agresiones que han sufrido históricamente y siguen viviendo las mujeres y las personas LGBTQ en la casa, la escuela, la universidad, el trabajo y la política. Son mitos problemáticos que normalizan y perpetúan injusticias calificando como grandeza gestos de sumisión, renuncia y silencio.

Por demasiado tiempo estas injusticias ocuparon un lugar secundario (cuando ocuparon alguno) en las discusiones de relevancia nacional. La corrupción, el narcotráfico o los sucesos de las élites políticas tienen hasta hoy un lugar central en la cobertura mediática. Pero la desigualdad de género no es un soft issue o un tema menor. Es un fenómeno de poder complejo que al cruzarse con otras desigualdades como la de clase o raza se agrava. 

Nada de esto se sostiene por un arreglo biológico. Se funda sobre un entramado de normas, leyes, intereses económicos, desidia estatal y mucha violencia que afecta la trayectoria de vida de la mitad de la población del mundo, y más aún en un país de tradición conservadora como Paraguay. Se funda sobre narrativas engañosas como la de la “mujer más gloriosa de América”.

Este año voy a dedicarme a desentrañar aún más este esquema de poder con una cobertura sobre cómo es ser mujer en el país más católico de Latinoamérica, con el apoyo de un equipo comprometido de reporteras, ilustradoras, editores y diseñadores. Algunos de los temas que quiero investigar cito en la siguiente lista que no es exhaustiva: 

– Mortalidad materna
– Maternidades deseadas
– Amamantar
– Esterilización
– Sexo y consentimiento
– Sexting
– Usos de tiempo
– Trabajo sexual
– Trata
– El impacto social de los feminicidios
– Política y género
– Feminismos

Cada tema tiene varias aristas para explorar, revelar y sobre todo conversar. Por eso, voy a gestionar espacios presenciales y canales de comunicación para que podamos intercambiar. En éstos podemos escucharnos, aprender y colaborar en la construcción de historias y monitorear juntas al poder. Si te interesa, estas son las opciones para estar conectadas:

– Suscribite al newsletter: Este canal es para mantenerte al tanto de lo que estoy investigando, las últimas publicaciones y novedades relacionadas al tema de esta cobertura. Acá también espero compartirles libros, series, documentales y artículos que puedan ser de interés, como también contribuciones o reacciones a los reportajes para continuar nuestra conversación. 

– Seguí el blog de El Surti: Para conocer la “cocina” de El Surti, seguí el www.elsurti/elblog. Además de conocer los procesos que hay detrás de las investigaciones, afiches ilustrados, podcasts y reportajes sobre desigualdad de género, podés enterarte de lo que se está haciendo en los otros temas de cobertura: crisis climática, poder, drogas y salud. 

– Sumate a nuestra lista de WhatsApp: Envianos un mensaje al 595 981 167 320 y formá parte de la lista de WhatsApp de El Surti. Ahí podés recibir nuestras publicaciones con anticipación y pasarnos tus ideas, inquietudes, recomendaciones. Te prometo que no vas a recibir spam. 

– Vení a un encuentro en la Mediateca: Durante el año voy a organizar una serie de encuentros en nuestra redacción para poder conocernos más y darnos chance de pensar, planificar y realizar proyectos juntas. 

– Conversemos en redes: En los canales de El Surtidor en Facebook, Twitter, Instagram, la web y mis propias redes personales en Twitter y Facebook podés leer todas nuestras publicaciones y aportar a los debates que se generan.

En una de las conferencias más importantes de periodismo de investigación en el mundo al que tuve el privilegio de asistir, uno de los 150 paneles llamó mi atención: “¿Cómo hacer historias potentes sobre soft issues?”. Grande fue mi sorpresa al ver que los soft issues o problemas menores referían al abuso sexual y la lucha por los derechos de las personas LGBTQ. Pero para mi alivio y el de muchas, en esa misma conferencia fui a un diálogo entre mujeres periodistas donde la crítica fue unánime: la desigualdad de género no es un soft issue. 

Por mucho tiempo el periodismo ha jerarquizado ciertos temas sobre otros. La corrupción, el narcotráfico o los sucesos de las élites políticas tienen hasta hoy un lugar central en la cobertura mediática. Pero el género no es un tema secundario, menos aún en un mundo que sigue en vivo el juicio al ex productor de cine Harvey Weinstein, uno de los hombres más poderosos de Hollywood que hoy enfrenta la bancarrota y posiblemente la cárcel a raíz de las múltiples acusaciones de actrices por abuso sexual. 

No es un tema secundario cuando revela cómo funciona una trama de poder contra Belén Whittingslow, la universitaria que se animó a denunciar el acoso del profesor y abogado Christian Kriscovich, un hombre blindado de garantías de impunidad por ser parte del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (donde se juzga a jueces) y del Consejo de la Magistratura (que elige a fiscales y jueces) y que cuenta con el respaldo de la jerarquía católica. Hoy Belén vive en Uruguay refugiada porque no cree que existan condiciones para un juicio justo en su propio país.

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